Hace pocos días, la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen ha denunciado la existencia de un “mercado negro de armas” que pone en serio peligro a la población. Se dio a conocer el decomiso de muchos tipos de armamento que han ingresado al país por la vía del contrabando.
La denuncia es seria y muestra que el país podría estar en la indefensión al tener que enfrentar a delincuentes organizados que, atenidos a la tenencia de armamento de diversa índole, puedan cometer todo tipo de delitos arriesgando la vida y seguridad de las personas, aparte de tener que abandonar bienes de uso y consumo para beneficio de los delincuentes.
En muchas oportunidades -especialmente a raíz de la “revolución nacional” de 1952 y con el pretexto de defensa del proceso- se distribuyó armas en el sector campesino, armas que pertenecían a los cuadros del ejército y de la policía. Ese armamento sirvió para que sean cometidos abusos no solamente en el sector agrícola sino en ciudades y pueblos donde campesinos que se apoyaban en su condición de “compañeros del partido” hicieron de las suyas y cobraron víctimas de toda laya.
Posteriormente, a partir del año 1964 y debido a una decisión del entonces presidente, Gral. René Barrientos, se logró convencer a los campesinos para que ese armamento sea revertido a los cuarteles. Se logró recuperar buena cantidad aunque una mínima parte quedó en manos de jóvenes campesinos que se negaron a devolver fusiles y armas cortas alegando derechos que creían haber recibido de un proceso revolucionario que ya había pasado a la historia.
Son oportunas cualesquiera denuncias sobre la presencia de armas en el territorio; su presencia implica graves peligros para la población y la propia seguridad de las autoridades que estarían expuestas a todo tipo de atentados no sólo por parte de personas pertenecientes a cuadros delictivos sino de quienes busquen promover situaciones conflictivas que determinen la desestabilización del sistema democrático.
Muchos países -entre ellos Estados Unidos- sufren por la libre circulación de armas en sus poblados. Colombia empezó su larga historia con la guerrilla por la proliferación de armas entre jóvenes que alegaban ser “promotores de cambios revolucionarios” y que resultaron contraproducentes porque se convirtieron en un ejército irregular que costó miles de vidas a ese país y además, irrogó miles de millones de dólares que, en complicidad con el narcotráfico, agrandó los cuadros guerrilleros y que hasta ahora son conocidos como Ejército Armado de Liberación Nacional.
Es preciso que las autoridades, no sólo de la policía sino del propio ejército, se esmeren por evitar el ingreso de armas y, además, decomisar las que se encuentren circulando, especialmente en manos de jóvenes irresponsables decididos a sembrar el terror o imponerse en poblados como dictadorzuelos dispuestos al dominio de pueblos.
La Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen merece todo apoyo en esta labor que, en todo caso debería ser reforzada, especialmente cuidando las fronteras y aduanas para evitar que ingrese más armamento al país y se convierta en serio peligro para la población y, en su caso, pueda servir como base para la organización de cuadros irregulares que busquen promover enfrentamientos desestabilizadores.
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