El mito de que éste es un gobierno de incorruptibles angelitos y que todas las anteriores eran administraciones de pillos, es cada día más endeble. Durante el primer año de S.E. en el poder la gente creyó que los masistas iban a “vivir bien” sin meter la mano en la lata, pero decididamente prefirieron “vivir mejor”, lo que no es censurable siempre que esté dentro de los márgenes de la decencia. Todo el mundo quiere vivir mejor y la muchachada del MAS no tiene por qué ser una excepción. La filosofía cósmica del “vivir bien” está destinada a la galería, para que crean aquellos que viviendo mal ahora viven peor.
S.E. se ha convertido en un hombre elegante a su estilo. Eso no lo podemos censurar. No podía andar por medio mundo con su chompita a rayas o su chamarra de camionero. Los camioneros viven dentro de una cabina moliéndose los riñones durante 18 horas diarias y su indumentaria no puede ser igual a la de un mandatario que viaja espléndidamente y que comparte mesa y cubiertos con reyes y presidentes. Los finos uniformes de mariscal aymara no se los criticamos a S.E., están bien.
Pero lo que ya no gustó a nadie, aunque se produjo un silencio cobarde, fue la adquisición del avioncito Falcon. Ahí se le fue la mano a S.E. Ése es aún un tema pendiente en la justicia boliviana para cuando llegue su momento. El Falcon fue un avión que costó 38.7 millones de U$ y que se compró sin licitación ni vainas, dejando de lado ofertas de otras naves mucho más económicas. La compra en sí era necesaria, la forma y el precio fueron escandalosos.
Al general Banzer le quitaron el sosiego por la compra del famoso avión Beechcraft, allá por 1998. Pero el Beechcraft costó 2.9 millones de U$, es decir quince veces menos que el Falcon. Se dijo - aunque jamás se comprobó - que hubo un sobreprecio de 1.1 millones, tema que se ha seguido ventilando hasta hace poco. ¿Y en el Falcon de más de 40 millones no habría alguna “comisión”? Porque también la “comisión” podría ser diez veces mayor, ¿no es cierto? ¿Cuándo se va a saber cuánto costó realmente la hermosa nave con la que S.E. visita a sus amigos de Trípoli, Teherán y Pyongyang? Es curioso, el Falcon de 40 millones enorgullece a S.E. y el Beechcraft de tres casi tumbó al General. Así de estúpidas son las cosas en nuestro bello país.
Los mandatarios que antecedieron a S.E. se cuidaban de hacer gastos onerosos porque ya estaba sobre el tapete el tema de la corrupción, que no era un invento de nadie ya que existía. Comprar un avión presidencial en más de 40 millones de dólares no se le habría ocurrido a ninguno de ellos, ni con una pistola puesta en la sien. Lo que sucedió fue que los masistas aprovecharon bien - y aprovechan - el tiempo en que el pueblo los creyó honrados.
Entonces han encargado el dudoso satélite chino en más de 300 millones de verdes - y anuncian otro más -, compraron seis aviones chinos de combate en 57.8 millones por invitación directa y quieren otros seis helicópteros pagando 110 millones más. ¿A qué guerra vamos con paso de parada? ¿O es sólo para tener contentos a los militares? Pero, sobre todo, derrochan millonadas en propaganda y publicidad oficialista machacando con que todo lo están haciendo maravillosamente bien y que somos bienaventurados de tener a un mandatario de reales quilates.
Los antecesores de S.E. estaban acomplejados de tanta crítica y de ver tanta pobreza en el país. Temblaban ante la ley. Temían juicios de responsabilidades, que, igualmente, les cayeron encima, por el manejo de la justicia que hizo – y hace – el MAS. Porque el MAS, para tapar sus cosas, no tiene mejor argumento que acusar y encarcelar a sus opositores, peor si pueden ser rivales de riesgo político en algún momento. Por desactivar cinco misiles viejos y en peligro de explotar le hicieron un juicio infame al ex presidente Rodríguez Veltzé.
Pero lo cierto es que los masistas no tienen vergüenza ni miedo alguno porque, seguramente, ven todavía muy lejana su salida del poder. No sospechan que alguna vez sean enjuiciados, lo que demuestra su ignorancia de lo que es Bolivia. Siguen utilizando los recursos públicos como si fueran propios. Con grandes reservas de divisas, creen que ellas se deben a su fecundo trabajo y no a los altos precios de las materias primas, y que, por tanto, les pertenecen. Desconocen la deuda pública, por lo que suponen que su margen de despilfarro es infinito.
Ahora S.E. anuncia la construcción de un nuevo Palacio de Gobierno que se aleje del odioso estilo republicano, de sus fantasmas de mal agüero, y se acomode a la inspiración del Estado Plurinacional. No se habla del dinero que costará. La prensa informa que ya se ha adquirido el predio en 500 mil dólares, colindante con la actual casa de gobierno. Se dice que la nueva sede del Ejecutivo tendrá un carácter más andino, más cósmico, con figuras más nativas. ¡Ah!, y con un helipuerto para eludir las marchas y bloqueos cotidianos y poder huir por aire en caso de una bronca con amenaza de cordel.
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