Al ser la aritmética y las matemáticas partes elementales de las ciencias exactas que determinan el desarrollo de las ciencias que han forjado el progreso de la humanidad, casi es comprensible que su complejidad impide que la mayoría de los niños no guste de ambas materias y los profesores se vean ante la imperiosa necesidad de “pasar por alto estas ciencias” porque, en el fondo, ellos mismos no sienten que han sido preparados debidamente para su enseñanza.
Un estudio sobre la Realidad Educativa, especialmente en países del Tercer Mundo, establece que “de diez estudiantes uno practica y entiende lo que lee”. Esta es una verdad aplicable a casi todas las materias; mucho más, por supuesto, a las matemáticas, la física, química y materias donde el predominio de los números y su dominio deban ser predominantes.
Duro y largo ha sido el proceso, en los países ricos y desarrollados, para preparar debidamente a maestros en el campo de las ciencias exactas; sin embargo, han logrado que una mayoría de ellos tenga dominio sobre estas materias y son sus profesores - calificados generalmente con las más altas notas y en prestigiosas universidades - los que, a su vez, han conseguido que haya interés en universidades para estudiar y profundizar ciencias exactas con el fin de trasmitir conocimientos superiores a sus alumnos.
Para el Tercer Mundo (nada que decir sobre el Cuarto Mundo que hasta ahora no consigue algún adelanto siquiera en lo alfabético) ha resultado mucho más problemático y difícil que las matemáticas sean materia preferencial de los alumnos. Muchos han destacado en concursos y han logrado sitiales importantes. Un ejemplo, con una antepasada generación, es que un profesor de matemáticas, boliviano e instalado en los Estados Unidos, logró no sólo que se guste de esta materia sino que ayude a corregir conductas rebeldes de muchos alumnos que luego han destacado en diversas profesiones. Ese ejemplo ha sido importante y fue aplicado en muchos colegios mediante estudios que han realizado profesores especializados en la materia.
Las matemáticas, por pertenecer al mundo de las Ciencias Exactas que engloba a la mayoría de las materias que hacen posible el desarrollo de las ciencias y de la tecnología, con la misma aparición de la Cibernética han adquirido importancia capital en la educación. El dominio de las ciencias de computación por parte de niños y jóvenes es notable; sin embargo, la mayoría de ellos es dependiente del sistema cibernético y muy pocos pueden ingresar en los campos de antiguas enseñanzas. La computación, se dice; “es propietaria de mentes y futuros de la juventud”; sin embargo, se sostiene la necesidad de que la materia, por lo mismo que es compleja y simple, debe ser dominada en todas sus formas por los niños y jóvenes porque resulta ser el método más importante y elemental para el razonamiento.
Pese a la importancia que se da a esta materia en nuestras universidades, en la mayoría de ellas se deja a los alumnos con los conocimientos adquiridos en colegios y escuelas. Y la verdad es que, conjuntamente el idioma que se habla normalmente, debería ser materia a ser estudiada en todas las carreras, puesto que la capacidad de raciocinio, de análisis y orden sólo es posible conseguirlo mediante el seguimiento del propio idioma y todo lo que implican las matemáticas. Será preciso, pues, que el Ministerio de Educación, conjuntamente las Normales donde se forma maestros, estudien este problema para evitar que matemáticas sea materia rechazada y hasta despreciada por los alumnos.
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