Salud
Teodoro Martínez Arán
Despierta esperanza la terapia que se está desarrollando para la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), enfermedad degenerativa neuromuscular grave con altísima mortalidad, más conocida por la que padece el científico Stephen Hawking.
Se llevó a cabo un estudio con once pacientes a los que se les extrajeron células madre adultas de la médula ósea y se les reimplantaron en la médula espinal, con objeto de intentar frenar el proceso degenerativo morboso. Los resultados preliminares son cuando menos esperanzadores, y proporcionan algo más que una luz de esperanza en una enfermedad hoy incurable.
El interés de la ciencia por las células madre surgió porque parecían tener la llave de la solución de miles de enfermedades degenerativas, como la demencia, el Parkinson, la artrosis, la diabetes… o incluso como potenciales fábricas de órganos para trasplante humano.
Las células madre tienen la capacidad de transformarse en otros tipos de célula y de convertirse en clave para la regeneración de los tejidos del organismo (células madre adultas), o en la misma formación del feto a partir del embrión (células madre embrionarias).
Inicialmente, los investigadores se vieron seducidos por el potencial que parecían tener las células madre obtenidas de embriones humanos; no en vano son capaces de dar lugar a todos los órganos del cuerpo. Dos han sido los problemas que han relegado esta rama de la investigación: por un lado, los problemas bioéticos derivados del uso de embriones humanos con el riesgo de la fabricación ex profeso de embriones que nunca tendrían la posibilidad de desarrollarse como seres humanos para beneficio de otros (nosotros) que sí la tuvieron; por otro, la incómoda manía de las células embrionarias de descontrolar su crecimiento hacia la degeneración tumoral, puesto que no se conoce cómo guiarlas desde las células pluripotenciales del embrión hasta los tipos celulares deseados.
Sin embargo son sus hermanas mayores, las células madre adultas, las que están demostrando mejor su utilidad. Mucho menos versátiles, pero más estables y predecibles, tienen además la ventaja de no plantear conflictos bioéticos, puesto que se extraen de tejidos maduros, como la médula ósea, la piel o la grasa. Y la complejidad técnica de las intervenciones que se derivan de ellas es mucho menor, permitiendo que hospitales con medios modestos puedan aplicar las técnicas punteras desarrolladas.
La Unidad de Terapia Regeneracional del Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia (España), se ha convertido en un centro de vanguardia en la investigación de este tipo de células madre adultas. Sólo en este centro se están llevando líneas de investigación con resultados muy esperanzadores, con aplicabilidad inmediata, y de fácil reproductibilidad.
Una de ellas está relacionada con el tratamiento de las fracturas óseas muy graves, o catastróficas. Hasta ahora, su consolidación es tan complicada que en ocasiones es necesario amputar el miembro afectado. Se ha desarrollado una novedosa técnica que fabrica injertos de hueso plenamente funcional y vivo utilizando un armazón construido con seda de gusano en el que anidan las células madre óseas del propio paciente. Si el injerto tiene éxito, en poco tiempo es totalmente indistinguible del hueso sano adyacente, y se consolida la fractura.
Por otro lado, se están obteniendo magníficos resultados en el tratamiento de grandes heridas y quemaduras extensas. En esta ocasión, las células madre provienen de las membranas amnióticas que protegen al feto, y que habitualmente suelen tirarse como producto de desecho tras los partos de todos los niños del mundo. Los tejidos así obtenidos tienen una extraordinaria capacidad de cicatrización, minimizando el riesgo de infección severa y muerte que pueden asociar estas heridas.
A veces, la ambición nos ciega, y nos impide aprovechar las pequeñas oportunidades que nos permiten grandes logros. Puede que la solución para una de las enfermedades más terribles conocidas como la ELA siempre hubiese estado ahí, en el propio paciente, en el interior de sus huesos, esperado a que la utilizásemos para sanarlos. Los humildes gusanos de seda que criábamos cuando niños tejían ante nuestros ojos el mejor biosoporte conocido para crear hueso artificial. Volvamos a tener mirada de niño, dejémonos sorprender con las pequeñas cosas hermosas. La naturaleza es maravillosa, y sigue ahí para darnos las respuestas correctas, si sabemos hacerle las preguntas adecuadas.
El autor es médico.
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