Benedicto XVI recibirá cenizas en la basílica de Santa Sabina



El papa Benedicto XVI recibe hoy las cenizas en la basílica de Santa Sabina.

Hoy comienza la Cuaresma con la tradicional imposición de ceniza para los católicos como signo de penitencia. Benedicto XVI la recibirá de manos del cardenal Josef Tomko, quien pronunciará ante el Papa aquel “recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”.

Pocos saben que desde hace aproximadamente 1.200 años, los papas salen del Vaticano cada miércoles de ceniza, para recibirla en una basílica de Roma.

Desde hace décadas, la ceremonia comienza en la basílica de San Anselmo, en el monte Aventino de Roma. Desde aquí parte una procesión penitencial presidida por el Papa, que llega hasta la basílica de Santa Sabina. Es una procesión cuesta arriba para simbolizar el esfuerzo que debe hacer cada católico para ser santo.

Pocos días más tarde, el Papa suspenderá todos sus encuentros durante siete días para realizar sus ejercicios espirituales. Comenzarán el domingo 26 de febrero y concluirán el sábado 3 de marzo.

Los predicará el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, del Congo. Es uno de los representantes más prestigiosos de la Iglesia africana, y una de las principales voces en defensa de los derechos humanos.

Un día después de sus ejercicios, el Papa visitará una parroquia de Roma. Este año le toca a la de San Giovanni Battista de La Salle al Torrino.

La intensa agenda de esta cuaresma se cierra con dos grandes eventos: la visita del primado anglicano Rowan Williams, el 10 de marzo; y el viaje del Papa a México y Cuba del 23 al 29 de marzo.

El Papa regresará a Roma tres días antes del Domingo de Ramos. Tendrá sólo 72 horas para recuperar fuerzas antes de las intensas ceremonias de Semana Santa.

MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA

El Papa Benedicto XVI pronuncia hoy un mensaje concentrado en el siguiente pasaje: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24).

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como en lo comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.

Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios.

El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24).

Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.

 
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