BBC Mundo.- Para Dicéa Ferraz Sampaio, una brasileña que vive en Río de Janeiro desde que tenía un año de edad, estos días de carnaval significan sólo una cosa: el momento de hacer las maletas y escapar de la ciudad de la samba.
“No me gusta de modo general todo lo que acompaña el carnaval”, explica Ferraz, que tiene 25 años y trabaja como abogada en el centro de Río, en diálogo con BBC Mundo.
Cuando le preguntan qué le desagrada en particular de la fiesta, es específica: “La confusión que hay en la ciudad, incluido el tránsito, las calles bloqueadas y todo lleno, los borrachos que van orinando en cualquier lado”.
Ferraz reconoce que el carnaval trae turismo y felicidad al país y dice que sus padres son “apasionados” por esta celebración callejera con disfraces, a la que solían llevar de niña.
Pero aunque dice que ahora se siente “extraña” en este período, está lejos de ser una excepción: en el país conocido mundialmente por su carnaval, muchos declaran abiertamente su disgusto por ese gran jolgorio popular.
Una encuesta on line de Ibope Inteligencia divulgada recientemente indicó que 41% de los brasileños consultados en todo el país declararon que el carnaval no les gusta o incluso que lo “detestan” (13%).
Se trata de una minoría frente al 59% que dijeron que la celebración les gusta en mayor o menor medida, pero es un porcentaje significativo en una sociedad donde el carnaval suele verse como parte de la cultura nacional.
Más aún: el estudio señaló que casi tres de cada cuatro entrevistados (74%) pensaban descansar durante el feriado de carnaval, mientras 16% indicaron que van a participar activamente de la fiesta.
Estos resultados coinciden con estudios previos que sugieren que los brasileños que optan por mantenerse al margen del carnaval pueden llegar a ser una mayoría, más allá de que les guste o no.
Entre quienes declaran su desagrado por el carnaval destacan en primer lugar los jóvenes, explicó Laure Castelnau, directora ejecutiva de marketing de IBOPE Inteligencia, a BBC Mundo.
“Mi hipótesis es que el número (de brasileños que participan del carnaval) viene en caída, porque la gente está con una vida muy agitada y quiere descansar durante el carnaval”, dijo.
Castelnau admitió que el sondeo cubrió sólo el universo de internautas brasileños, que tienen un perfil más calificado y joven que la población total, lo que pudo aumentar el porcentaje de quienes se distancian del carnaval.
Pero descartó que la distorsión sea grande porque, dijo, aún entre los internautas de menores recursos varios expresan su disgusto por la fiesta, y el dinero puede ser un obstáculo para que participen los más pobres.
Nilton Santos, antropólogo especializado en temas de etnografía urbana, carnaval y fiestas metropolitanas, descartó que el estatus económico sea importante para explicar a quiénes les gusta el carnaval y a quiénes no.
Buena parte de los más de 400 “blocos” (carnaval callejero) de Río vienen de los barrios más pudientes, recordó Santos, profesor de la Universidad Federal Fluminense y autor del libro sobre carnaval “El arte de lo efímero”.
En cambio, indicó que la orientación religiosa sí puede ayudar a explicar parte del fenómeno, en especial de los evangélicos que sienten un impedimento de participar de la fiesta por cuestiones de fe.
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