Mientras algunas autoridades relacionadas con la agricultura aseguran que la producción agropecuaria del presente año agrícola será de alto nivel, la realidad se encarga de desmentir tales apreciaciones, permitiendo confirmar, al mismo tiempo, que está en vigencia una política comunicacional encargada de distraer y desorientar a la opinión pública en lo que se refiere a la provisión de alimentos.
Ciertos voceros oficialistas dicen que los niveles de producción de artículos alimenticios de origen rural no han sido afectados por las condiciones climáticas que se registraron el año pasado y que todo se mantendrá en la normalidad, vale decir que los mercados serán abastecidos y, al mismo tiempo, los precios de vegetales, fruta, tubérculos, etc. no subirán.
Sin embargo tan optimista propaganda es desmentida por los hechos, ya que, por el contrario, los factores meteorológicos han determinado que el año agrícola presente mayores dificultades que, lógicamente, causarán déficit de producción y consumo.
La producción agropecuaria de este año será menor que la de años anteriores por el cambio de clima que dificultó las siembras y finalmente las cosechas. En efecto, en primer lugar, el año pasado se presentó hasta el mes de diciembre una aguda sequía, a la que siguió una etapa de intensas lluvias, granizadas y heladas. Esos aspectos determinaron que las siembras de agosto se posterguen para diciembre por la falta de agua. En efecto, las siembras fueron tardías y en proporción muy baja. Primer factor.
Segundo factor. Enseguida, además de ese problema, las excesivas lluvias siguientes a la sequía no fueron beneficiosas para la agricultura, ya que exceso de agua en la temporada previa a las cosechas sólo causa daños a los cultivos y la mayoría de los productos por cosechar (como la papa) se pudre en el suelo.
A esos daños a la producción agropecuaria se debe agregar otros fenómenos meteorológicos como inundaciones, riadas, granizadas, heladas tempranas y poca iluminación solar que se registraron en todo el país y que confirman en general que los índices de producción de alimentos bajarán en el presente año en proporciones considerables, con el respectivo reflejo en el abastecimiento de los mercados y la satisfacción del consumo público.
Otro factor ha venido a sumarse a esos factores climáticos y el mismo consiste en la vigencia de una legislación agraria que lo que hace precisamente es perjudicar la agricultura y, por tanto, contribuir a la caída de la producción. Disposiciones tanto constitucionales como de origen en las leyes agrarias vigentes -como la Ley de reconducción comunitaria de la reforma agraria- desalientan la actividad agrícola, evitan las inversiones, se propaga la ruina de los agricultores, aumenta la migración del campo a la ciudad, etc. haciendo que caiga la producción interna y, por tanto, el Gobierno tenga que aumentar la importación de alimentos, aunque, por otro lado, se vea obligado a autorizar la exportación de algunos productos tropicales.
El optimismo en cuanto a que lluvias, sequía, inundaciones, heladas y granizadas han hecho “subir la producción de alimentos” en este año, peca de contradictoria y permite confirmar que algunos funcionarios o bien consideran que la opinión pública no conoce lo que sucede con la agricultura o bien no saben lo que ocurre en el medio rural con la economía agraria. Deslizar ese tipo de apreciaciones falsas es caer en ostensible mendacidad, como también ocurre con otro tipo de informaciones relacionadas con la gleba.
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