En la vieja URSS, uno de los economistas más brillantes, Mikail Bujarin, fue a parar a los campos de concentración de Siberia, ¿por qué?, simplemente por haber hecho una lectura realista de la “máquina” económica. Muchos pensarán que estos tiempos de globalización, esas prácticas cavernarias del stalinismo han terminado en los escombros del muro de Berlín; pero no es así, los revolucionarios retardados de este siglo, por su incapacidad de aprehender la “máquina” económica capitalista caen en sus propias contradicciones; mejor digamos que son consecuentes: primero, no debemos olvidar que para los indigenistas la “ganancia” y el “excedente” son energía negativa, es decir forman la “parte maldita”, que no solamente reproduce las relaciones de explotación de los trabajadores, succiona plus-valía y aliena con el consumismo a la población, sino destruye a la “madre tierra”.
Una de las razones fundamentales para construir empresas estatales y expandirlas es acabar con el capitalismo, entonces las empresas actuales responden a esa “racionalidad” de la “armonía económica”, es el inicio del fin de la explotación del trabajador, allí la fuerza de trabajo poco a poco deja de ser mercancía.
El error de Iván Arias es el haber leído con filtros capitalistas a las “prósperas” empresas estatales; es haber detectado que en esas empresas no se realizan auditorías periódicas, ni se cumple procedimientos para la contratación de sus funcionarios (olvidó la solidaridad pachamámica), y lo más grave es el haber mostrado que todavía existe la ganancia capitalista. Iván Arias en su estudio reclama por el funcionamiento de la lógica del capitalismo.
Es lógico que en la mente del indigenista, las empresas estatales no están para obtener excedente ni ganancia, esas dos cosas deben ser proscritas en nombre del socialismo, del anti-capitalismo y del anti-imperialismo.
¿Acaso no han escuchado que la “tierra no es mercancía”, que la ganancia es el “vicio” del capitalista, que las empresas capitalistas “destruyen a la madre tierra”, que al obrero lo convierten en “deshecho” para luego botarlo en las calles? Es inadmisible que esas empresas funcionen todavía con la lógica capitalista.
El proceso legal no va a ser por mostrar datos falsos, sino por delatar que todavía el capitalismo está allí. Entonces existiría una incapacidad de los ministros socialistas en acabar con la lógica del capital, nada menos que en una empresa estatal.
Pero vale la pena recordarles que la ciencia de la economía política no sólo es manejar cuentas, y menos cuentos, la lectura en esta ciencia es traducir las cifras en términos cualitativos. Pero los actuales economistas del régimen continúan con sus cifras y cuentan con estilo “neo-liberal”; entonces, ¿habrá proceso también para ellos? Pues siguen leyendo la maquina económica con filtros capitalistas.
Los “teóricos” y los “tecnócratas” de la economía “comunitaria” amenazaron con procesos legales a todos aquellos que publiquen datos falsos sobre la economía estatal y comunitaria, sin tomar en cuenta sus éxitos. En este caso Iván Arias y Napoleón Pacheco corren el riesgo de ir a parar a la cárcel por sostener que 13 de 14 empresas funcionan todavía con racionalidad capitalista. Amigos economistas, en otra, no publiquen cosas referidas a rentabilidad, sino sólo describan la maravillosa desaparición de la racionalidad capitalista.
Recuerden que los partidarios de la economía comunitaria están convencidos de que en su modelo la ganancia y el excedente son elementos perversos y dijimos que son la “parte maldita” del Modo de Producción Capitalista. Las lecturas de Arias y Pacheco están en la ciencia de la “economía burguesa”, en el fondo lo que han denunciado es la persistencia de la racionalidad capitalista en las empresas estatales.
Entonces debemos situarnos en la “lógica” indigenista, pues en ella el funcionamiento de las empresas estatales está cuasi perfecto: apunta al pleno empleo, los burócratas ya no son déspotas como antes, los productos son de primera, ya no interesa la competitividad, sólo cuentan el orgullo y la dignidad. Por fin la economía está al servicio de los hombres.
Frente a esta maravilla empresarial los estudiosos serían unos intrusos alienados con ideas y prejuicios capitalistas. ¿Y el ciudadano? Sólo debe callar y aportar para el avance del socialismo, así su familia esté muriendo de hambre en las calles.
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