Parte I
En este artículo trataré de reflejar a grandes rasgos las perspectivas de la energía a nivel mundial, basado principalmente en las estadísticas y proyecciones dadas por la Agencia Internacional de Energía, entidad autónoma con sede en París que agrupa a las principales naciones del planeta y cuyos fines principales son: Asegurar a sus componentes un abastecimiento seguro y en lo posible barato de todos los tipos de energía, promover políticas energéticas sustentables, recopilar los datos sobre los mercados de la energía y promover su transparencia, mejorar la eficiencia energética, reducir las emisiones de carbono, etc.
Hay signos que indican que es urgente un cambio de rumbo en las tendencias energéticas mundiales. Si bien la recuperación de la economía mundial desde el 2009 ha sido desigual y las perspectivas económicas futuras siguen siendo inciertas, la demanda mundial de energía primaria repuntó un notable 5% en el 2010, lo que catapultó las emisiones de CO2 a un nuevo récord. Aunque suene increíble, las subvenciones que fomentan el derroche de combustibles fósiles superaron los 400.000 millones de dólares.
Sobre las perspectivas del gas natural hasta el 2035 hay poca incertidumbre: tanto del lado de la demanda como de la oferta, diferentes factores indican un futuro asegurado y creciente. La presente publicación se basa en las principales conclusiones de un informe especial del World Energy Organization (WEO) publicado en junio de 2011. El consumo de gas aumenta en los tres escenarios supuestos, lo que subraya la buena reacción del gas en un amplio abanico de marcos políticos futuros.
En el Escenario de Nuevas Políticas, que es el principal, la demanda de gas iguala prácticamente a la de carbón; un 80% de la nueva demanda de gas proviene de los países en vías de desarrollo no pertenecientes a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Las políticas de promoción de la diversificación de combustibles respaldan una mayor extensión de la utilización de gas en China, lo que se logra mediante una producción nacional más elevada y una mayor incidencia de la comercialización de GNL y de las importaciones desde gasoductos euroasiáticos.
Los intercambios comerciales mundiales del gas se duplicarán en el periodo, y más de un tercio de este incremento se debe a la evolución del mercado chino. Rusia seguirá siendo el mayor productor de gas en el 2035 y aportará la mayor contribución al crecimiento mundial de la oferta, seguido por China, Qatar, Estados Unidos y Australia.
El llamado gas no convencional representa ya la mitad de la base estimada de recursos mundiales de gas natural y además se halla más repartido entre las naciones que los recursos convencionales. Este hecho es positivo desde el punto de vista de seguridad del suministro de gas. Hacia 2035, la proporción del gas no convencional habrá aumentado hasta representar un quinto de la producción total de gas, si bien esta evolución variará considerablemente según las regiones.
El crecimiento del suministro dependerá también de la capacidad de la industria del gas para solucionar los desafíos medioambientales intrínsecos, los mismos que deberán ser encarados adecuadamente. El gas natural es el combustible fósil más limpio, pero el simple aumento en la utilización de gas (sin simultánea captura y almacenamiento de carbono) no será suficiente por sí mismo para conducir a una senda de emisiones de carbono que se adecue a la meta internacional tendente a la limitación de la elevación de la temperatura mundial en 2 ºC.
La proporción de las energías renovables no hidráulicas en la generación de electricidad pasará del 3% el 2009 al 15% el 2035, respaldada por subvenciones anuales que prácticamente se quintuplicarán hasta alcanzar unos 180.000 millones de USD. China y la Unión Europea liderarán esta expansión, siendo el origen de cerca de la mitad del crecimiento. Aunque se espera que disminuya el coste de las subvenciones por unidad de producto, la mayoría de las energías renovables precisarán de apoyo continuado durante todo el período considerado, a fin de poder competir en los mercados de la electricidad.
Si bien esto resultará sin duda costoso, se espera que aporte beneficios duraderos en términos de seguridad energética y de protección medioambiental. Acomodar una mayor cantidad de electricidad de fuentes renovables, en ocasiones en lugares remotos, exigirá una inversión suplementaria en las redes de transmisión, que representará hasta el 10% de la inversión total en transmisión. La Unión Europea necesitará el 25% de la inversión total en redes de transmisión para este propósito. La contribución de la energía hidroeléctrica a la generación mundial de electricidad permanecerá constante en torno al 15%; China, la India y Brasil aportarán casi la mitad de los 680 gigavatios de nueva capacidad.
En el Escenario de Nuevas Políticas, la utilización mundial de carbón aumentará durante los próximos diez años, pero se estabilizará posteriormente para terminar a un nivel en un 25% superior al de 2009. El abanico de previsiones para la demanda de carbón en el 2035 en los tres escenarios es casi tan amplia como la demanda mundial total de carbón en el 2009. Las implicaciones que esto conlleva en términos de opciones políticas y tecnológicas para el clima mundial son enormes.
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