Marcelo Urquidi Moore
Parte II
Los acontecimientos registrados en Fukushima Daiichi han desencadenado un cuestionamiento del papel de la energía nuclear en el futuro, aunque no han inducido cambios en las políticas de países tales como China, la India, Rusia o Corea, que están procediendo a la expansión de esta fuente de energía. En el Escenario de Nuevas Políticas la producción nuclear aumenta más de un 70% hasta 2035, una previsión sólo ligeramente inferior a la del año pasado.
Los vastos recursos energéticos de Rusia respaldarán el continuo papel de este país como pilar de la economía mundial de la energía en las próximas décadas. Los principales yacimientos de petróleo y gas de Rusia en Siberia Occidental entrarán en declive y será preciso desarrollar una nueva generación de yacimientos de más alto coste, tanto en las zonas tradicionales de producción de Siberia Occidental como en nuevas fronteras de Siberia Oriental y el Ártico.
Para ello, Rusia deberá dotarse de un régimen fiscal adecuado, capaz de incentivar suficientemente la inversión. La producción de petróleo se estabilizaría en torno a los 10,5 millones bpd antes de iniciar un ligero descenso hasta 9,7 millones bpd en 2035; en cuanto a la producción de gas, aumentaría en un 35% para alcanzar 860.000 millones de metros cúbicos en 2035, en un proceso en el que la península de Yamal se convertirá en la nueva piedra angular de la oferta rusa.
A medida que cambie la geografía de la producción rusa de petróleo y gas se transformará igualmente la geografía de las exportaciones. Aunque la mayoría de las exportaciones rusas seguirán dirigiéndose a sus mercados tradicionales europeos, cobrará impulso el cambio de dirección hacia los mercados asiáticos. Como resultado de ello, Rusia diversificará la procedencia de los ingresos de sus exportaciones: se calcula que la participación de China en los ingresos rusos totales procedentes de las exportaciones de combustibles fósiles pasará de un 2% en 2010 al 20% en 2035, mientras que la proporción de la Unión Europea caerá del 61% al 48 %.
Si Rusia mejorase su eficiencia energética en todos los sectores hasta los niveles de países comparables de la OCDE, podría ahorrar casi un tercio de su consumo anual de energía primaria, una cantidad similar a la energía consumida en un año por el Reino Unido. Sólo el ahorro potencial de gas natural, de 180.000 millones de metros cúbicos, tendría un valor casi equiparable a las exportaciones netas de Rusia en 2010.
Si bien es cierto que las nuevas políticas en materia de eficiencia energética y las continuas reformas de los precios del gas y de la electricidad introducen cierta mejora sólo liberarían una pequeña parte del potencial de eficiencia de Rusia. Una instauración más rápida de las mejoras en materia de eficiencia y de las reformas del mercado de la energía aceleraría la modernización de la economía rusa y, por ende, la haría menos dependiente de las oscilaciones de los precios internacionales de los productos básicos.
Estiman que, en el 2009, se invirtieron cerca de 9.000 millones USD en el mundo para proporcionar un primer acceso a servicios de energía modernos, pero si se quiere lograr un acceso universal para el 2030, será preciso invertir cada año más del quíntuplo de esa cantidad, es decir, 48.000 millones de USD. Facilitar el acceso a la energía para todos en el 2030 constituye un objetivo esencial, anunciado por el propio Secretario General de las Naciones Unidas.
En la actualidad 1.300 millones de personas carecen de electricidad y 2.700 millones dependen aún de la biomasa para cocinar. La inversión requerida para proporcionar servicios de energía moderna a todos equivale aproximadamente al 3% de la inversión total en energía hasta el 2030. Sin ella se prevé que el panorama mundial el 2030 diferirá poco del actual y que empeorará en el África Subsahariana.
Determinadas medidas diseñadas para ayudar a los más desfavorecidos no han ofrecido los resultados esperados. Solo el 8% de las subvenciones destinadas al consumo de combustibles fósiles en 2010 alcanzó al 20% más pobre de la población.
Las Naciones Unidas proclamaron el año 2012 “Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos”, y la Cumbre Río+20 representará una importante oportunidad para pasar a la acción. Se necesita más financiación, de muchas fuentes y de muchas formas, a fin de proporcionar energía moderna para todos, con soluciones adaptadas a los desafíos, riesgos y rendimientos de cada categoría de proyecto.
La inversión del sector privado es la que más deberá intensificarse, pero esto no ocurrirá a menos que los diferentes gobiernos nacionales establezcan sólidos marcos legales y de regulación e incentiven la capacitación. Por su parte, el sector público, incluidos los donantes, deberá desarrollar mecanismos adecuados que permitan un mayor nivel de inversión del sector privado allí donde las perspectivas comerciales resulten insuficientes o de carácter marginal.
El acceso universal a la energía en el 2030 haría que la demanda mundial de combustibles fósiles y las consiguientes emisiones de CO2 aumentasen menos de un 1%, una cantidad nimia en relación con la contribución que puede aportar al desarrollo y al bienestar de la humanidad.
El Ing. Urquidi es ex directivo de YPFB.
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