Ya pasa buen tiempo de un nuevo encuentro con el Gobierno de los Estados Unidos; se restablecieron relaciones; se habló sobre intercambio de embajadores; se dijo que muchos programas serían puestos en práctica -seguramente se habló también sobre ayudas que reciben las FFAA- y otros temas de interés boliviano; pero ¿cuál es la realidad? Como se ve los hechos, se ha dado pasos para mostrar “relaciones amistosas”, pero…
Hay programas -manejados generalmente por USAID- que ya tuvieron programación antigua; hay hechos en los que se ve la mano del país del norte con miras a cooperarnos, hay situaciones que muestran la solidaridad de ese país hacia el nuestro y no deja de estar presente cuando las circunstancias así lo requieren; sin embargo, ¿cuál es la realidad de las relaciones con el Gobierno boliviano si se tiene en cuenta que, de tanto en tanto, también hay reacciones contrarias contra el país del norte y no se vacila en lanzar acusaciones que, parece, son pasadas por alto?
Vivimos tiempos en los que la concordia y la buena voluntad entre naciones tienen capital importancia; tiempos en los que los grados de dependencia -especialmente cuando se es extremadamente pobre- son mayores; programas que no dejan de tener vigencia. Hoy se extraña, por ejemplo, la presencia de la DEA en la lucha contra el narcotráfico, aunque, parece de soslayo, aún hay cooperación logística (helicópteros, aviones, etc.) a la FELCN; por supuesto, muchos programas de USAID tienen vigencia; pero ¿qué hay en el fondo que no da lugar a la llegada de un embajador de EEUU y la designación de uno nuestro?
Estados Unidos y todos los países ricos y desarrollados viven enfrentados a la crisis económica. Pese a las múltiples declaraciones en sentido de que “la crisis ha pasado”, los hechos muestran que continúa y que la crisis europea, por ejemplo, continuará con el seguimiento que harán Portugal y España (para empezar) a todo lo ocurrido en Grecia; hay presencia de hambre en Europa, inclusive de clases que hasta hace poco conformaban cuadros de cooperación al Tercer Mundo, etc., etc., que hoy los signos de pobreza impiden su plena vigencia. Estos hechos afectan a las políticas estadounidenses porque al estar globalizada la economía, cualquier fenómeno de una parte afecta a las otras.
Vivimos tiempos en los que somos dependientes los unos de los otros y así lo demuestran los países llamados “emergentes”: China, India y Brasil que se perfilan como “futuras potencias económicas”, pero que, aún por muchos años, tendrán que estar sometidas a las reglas impuestas por el capitalismo que ellos ejercen muy bien, porque muchas de las inversiones que tienen en sus países y que contribuyeron a su desarrollo provienen de capitalismos norteamericanos, europeos y hasta asiáticos. Estas políticas afectan a Estados Unidos y en éste hay corrientes que también tienen que ver con las relaciones con otros países, entre ellos Bolivia.
Como siempre ocurre: hay mutismo en la Cancillería sobre las relaciones con Estados Unidos; ¿será posible alguna aclaración que permita sospechar siquiera qué es lo que ocurrirá en el futuro? No conviene olvidar que muchos programas deben ser restablecidos (entre ellos el ATPDEA) y otros que fortalecidos, ya figuran en los presupuestos del país del norte. Hay hechos y situaciones que no se los debe ocultar y más vale la transparencia que oscuridades que sólo crean más sombras que nada permiten vislumbrar.
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