El Palacio Quemado en la historia

El Lic. Ignacio Aranda, Corregidor en 1558, comenzó la construcción del edificio colonial, que fue llamado en ese tiempo cabildo y así se mantuvo por algún tiempo, hasta que era 1845 el Gral. José Ballivián ordenó su demolición, iniciándose en esa forma la construcción del actual Palacio de Gobierno, que fue concluido en el gobierno del Gral. Manuel Isidoro Belzu.

La denominación de Palacio Quemado vino como consecuencia de que el 20 de marzo de 1875 se produjo un incendio, durante el gobierno de Tomás Frías, siendo restaurado en 1882. Una nueva refacción se realizó en 1913, lo que dio lugar a un mayor ambiente y salones. Su arquitectura fue planificada por José Núñez del Prado.

Por sus aposentos pasaron el Libertador Simón Bolívar, Andrés de Santa Cruz, José Ballivián. Quién no recuerda a Ismael Montes, al Gral. José Manuel Pando como tutor de la Revolución Federal, al presidente Bautista Saavedra. Belzu fue querido por las masas populares y fue repudiado el dictador José María Linares. Con horror se rememora las Matanzas del Loreto y al asesinato del Gral. Jorge Córdova. El tirano Mariano Melgarejo se paseó por las escalinatas del Palacio Quemado.

En los balcones de este lúgubre y sangriento palacio se vio arengar a Hilarión Daza, a Daniel Salamanca informando de acontecimientos de la Guerra del Pacífico. Allí ocurrió el suicidio de Germán Busch. Varias veces este palacio fue motivo de asalto por masas civiles, las cuales provocaban caídas de gobiernos, cuando penetraban la Plaza Murillo.

Eso aconteció el 21 de julio de 1946, cuando en un balcón apareció una bandera blanca de rendición, lo que originó que el pueblo tratara de franquear las puertas del palacio, al mando del Gral. Maximiliano Ortiz, quien tenía las piernas deformadas y era héroe de la Guerra del Chaco. Pese a ello avanzó con la multitud, pero una ráfaga de ametralladora acabó con él.

Después, a las tres de la tarde, frente al palacio de gobierno, aparecieron colgados en postes de luz o faroles los cuerpos de Gualberto Villarroel, Roberto Hinojosa, Waldo Ballivián y Luis Uría de la Oliva, victimas de las turbas furibundas. Pasados algunos días, nuevamente el pueblo enfurecido cogió a Luis Oblitas y lo ultimó a balazos, para colgarlo de un farol, en la esquina Ayacucho. Los mismos civiles sacaron del Penal de San Pedro a los mayores Jorge Eguino y José Escóbar y tras hacerles pasar un Vía crucis por las calles, los mataron a palos y los colgaron de faroles, frente al Palacio Quemado.

Las circunstancias difíciles que soportaron los presidentes Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Zuazo y otros que les siguieron, por golpes de estado, por lo general militares, y los últimos mandatarios constitucionales, hacen de este palacio parte de la historia de Bolivia, el cual fue declarado Monumento Nacional el 11 de abril de 1930.

Si se quiere construir otro edificio anexo al actual palacio, se lo podría hacer, siempre que se mantenga la actual arquitectura colonial de la Plaza Murillo, a fin de no contrastar su actual figura. La obra se justificaría si en el nuevo complejo palaciego estuviera centralizado todo el Ejecutivo, representado por sus ministerios, evitando en esta forma el pago de 60 millones de bolivianos por concepto de alquileres. Así sería un aporte al progreso de la ciudad de La Paz.

El autor es ex docente de la UMSA.