Ovidio Mollinedo Espejo
En nuestras unidades educativas el acto de toma de nombre, desde hace tiempo, se ha convertido en costumbre. Es decir que no sólo se realizan los actos de graduación en el nivel secundario, sino también para los últimos cursos del nivel primario, inclusive es extensivo a quienes cursan el primer año de primaria.
Esta actividad a la fecha tiene un fuerte tinte comercial y por lógica implica un gasto adicional para los padres de familia. Pero para este propósito en muchas unidades educativas, especialmente en las fiscales, los estudiantes hacen una serie de actividades con el fin de recaudar recursos económicos, desde la venta de varios productos, rifas, kermesse, fiestas, utilizando los ambientes del establecimiento. En el fondo estas actividades complementarias desvían la atención de los estudiantes de sus obligaciones propiamente educativas.
Las promociones de secundaria en épocas electorales nombran “padrinos de promoción” a personajes políticos de diferentes partidos, y éstos a su vez apadrinan a varias promociones de unidades educativas, con el fin de acopiar caudal de votantes a su favor en las contiendas electorales.
Las promociones en algunos casos reciben ayuda económica o algún regalo minúsculo, pero muchos de los “padrinos de promoción” llegado el momento no logran responder a las expectativas de los estudiantes y, por el contrario, los estudiantes quedan defraudados por la poca o ninguna colaboración.
Lo peor es que a veces algunos padrinos ni siquiera asisten al acto de toma de nombre y graduación, excusándose por múltiples ocupaciones, enviando simplemente a su representante, hecho que revela que su interés fue simplemente electoral o de figuración.
Como se puede ver, en las unidades educativas tanto fiscales como particulares y de convenio es una actividad muy arraigada, por el interés que muestran los propios padres y madres de familia, sobre todo por los comerciantes, dueños de locales y equipos de amplificación, etc.
Por otra parte las promociones reciben apoyo de uno o varios asesores, implicando una serie de actividades adicionales para los docentes de las Unidades Educativas, que van desde planificar las acciones a ser realizadas durante todo el año, celebrar frecuentes reuniones con padres de familia, estudiantes, visitas para nombrar y confirmar al padrino de la promoción, organizar el acto de toma de nombre, graduación, viaje de promoción, etc.
Por estas múltiples tareas algunos docentes no aceptan asumir esta responsabilidad, por la inversión de tiempo que implican; a la par, otros maestros y maestras gustan de cumplir esta función, gozando de una especial imagen dentro de las unidades educativas.
Esta costumbre está fuertemente arraigada en casi todos los niveles, implicando derroche de dinero en un contexto de economía familiar. Por la fuerza de las costumbres, los padres de familia se ven obligados a asumir estas responsabilidades adicionales que van surgiendo en nuestro sistema educativo nacional, perdiendo la perspectiva de realizar moderados y sensatos actos protocolares de graduación.
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