Que se haga la luz

“Heme aquí, a las 6 de la mañana en los albores de un intempestivo corte de energía eléctrica por lo que muchos insulsos, en tono jocoso, llamarían exceso de pago. Ya está vencida mi factura por motivos que ya no recuerdo, seguramente por mi latente amnesia.

Voy en el mini hasta oficinas de Electropaz, único lugar donde puedo hacer el pago de facturas vencidas. La temprana hora a la que acudo responde a que es día laboral y no puedo ya excusarme de ninguna forma… sobre todo desde que alegué haberme vuelto judío y que estaba festejando el Hanukkah y que debían respetar mi religión. En fin, ya casi llego y son las siete de la mañana. Habrá tiempo de sobra porque no creo que haya fila y… ¡hecatombe! – me repito apenas veo la fila que surge de las aún cerradas instalaciones de la cooperativa eléctrica.

Con la seguridad de que la cola es de gente que quiere pagar sus cuentas me acerco. ¿Es la cola para pagar factura de luz? - pregunto en tono temeroso. No, es la fila para el cine – es la sarcástica respuesta que recibo. Mientras voy al final de la cola, reparo en que si bien la respuesta de ese nada amable parroquiano fue desacertada, ésta sí parece la fila para el cine. Si estrenaran la séptima parte de la Guerra de las Galaxias y en algún punto álgido de la película hubiera un enfrentamiento entre Darth Bader y Harry Potter, con seguridad la cola seria semejante para la premier.

En lo que sueño un poco y llego al final de la fila me doy cuenta que es una costumbre, pésima o no, no soy nadie para juzgar, esperar hasta el último para cancelar las facturas pendientes y es meramente boliviana. En contrapartida, hay que ver lo puntualísimos que somos a la hora de cobrar el sueldo o deuditas de juego a los amigos más infortunados en el cacho”