Mauricio Mamani Pocoaca
Parte II
En el inicio del 2005 la alegría del pueblo era total, esperando la llegada del cambio, pero poco a poco la esperanza se convirtió en frustración. El jornal en área rural costaba Bs. 20 y la actividad agrícola era dinámica. Hoy el jornal llega a costar Bs. 100 y ni aun así existe mano de obra. La tradición de mik´a, ayni, umaraqi y tutapi se quedó para la historia.
La tierra es más pequeña en relación con la de antaño; no hay mano de obra porque jóvenes de ambos sexos pronto abandonan sus comunidades migrando a las ciudades del país o del extranjero. Las comunidades campesinas, en especial en la región tradicional, están completamente abandonadas y para ellas no existe la presencia del Estado.
Lamentablemente el INRA en el altiplano es una institución negativa que ocasiona conflictos, peleas entre papá e hijos, tíos y sobrinos, hermanos y hermanas, porque subdivide la propiedad familiar, creando una nueva lista de comunarios, y sus dirigentes se aprovechan de esta situación inscribiendo a los hijos que reemplazan a sus padres, para luego aplicarles una cuota de Bs. 1.000 a 2.000, denominada “ingreso para la comunidad”; al que no obedece lo asustan con aplicarle la “Justicia Comunitaria”, y los de la tercera edad se quedan sin tierras.
Sin embargo el discurso del Estado Plurinacional es impresionante, como la Ley No. 144 que será un total fracaso porque no es aplicable en la región tradicional. Las instituciones sindicales Bartolina Sisa, Túpac Katari y CSUTCB se olvidaron de sus verdaderas funciones, ahora parecen ser funcionarios del Estado. Se aproxima la crisis alimentaria, en esas condiciones en el futuro bajará la producción agropecuaria.
En estos últimos años, con el Estado Plurinacional, lo que nunca, sobrevivimos dentro de un puchero social lleno de odio, al parecer como si estuviéramos preparándonos para una guerra civil en un futuro no muy lejano. El cambio que ansiosamente esperaba el pueblo llegó como lo contrario. Se pulverizó la unidad nacional, creando nacionalidades; incluso la unidad comunal en el altiplano fue descuartizada por los funcionarios del INRA. La tierra como unidad de producción, con la intención de una titulación es destrozada con la profundización del microfundio improductivo; con lo que el odio llega a las comunidades campesinas.
A nivel regional colonizadores y cocaleros del trópico, en contra de los indígenas de tierras bajas, el odio disimulado entre los comunarios citadinos, con sus familiares que viven en el campo. Renace el regionalismo, y al final el odio es casi generalizado contra todos. La corrupción que había en la cúpula estatal llegó hasta el área rural; la pobreza y la indigencia crecieron demasiado; se eliminó la economía de subsistencia promoviendo mayor dependencia y el sindicalismo agrario dejó sus verdaderas funciones para generar funcionarios del Estado Plurinacional. Vivimos en una etapa de propaganda exagerada, de discursos de engaño y de hipocresía.
¿Este es el cambio que queríamos? Aún existen personas que dicen: “defender el proceso de cambio”, o sea ¿defenderemos el retroceso?, ¿dónde está la autonomía campesina? En especial las comunidades altiplánicas están totalmente discriminadas y olvidadas a su suerte, pero el globo se infla, cualquier rato puede reventar, a nadie le gusta el retroceso.
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