La extrema medida de linchamiento es una respuesta de quienes han sufrido sistemáticamente una escasa impartición de justicia. Aparece como recurso fatal para controlar parte del desorden que el crimen introduce a la vida de poblaciones.
El ajusticiamiento de un joven, presunto ladrón, en la zona de Río Seco, volvió a mostrar la gran desproporción entre el delito cometido y la pena que mereció la víctima, la saña con la que actuó la masa y el mensaje que queda para el futuro; tal vez sirva para disminuir eventualmente los casos delictivos, pero se corre el gran riesgo de ejecutar algún día a un inocente.
“En el fondo hay un sentimiento de injusticia y es una especie de mecanismo de defensa de la masa; el que victima, en este caso el grupo, cambia la percepción del otro a quien lo toma como cosa y no persona”, explica desde la perspectiva psicológica el profesional Carlos Velásquez.
El senador por Convergencia Nacional (CN), Bernard Gutiérrez, calificó a la acción del linchamiento como una “barbarie”. Pero, además, afirmó que esta medida aplicada por comunidades y zonas urbanas del país, es el resultado de la “desesperación” de la ciudadanía.