Repito, no es recomendable la utilización de Reservas Internacionales (RIs) en inversiones productivas que generalmente no resultan. Escribí en “Lo ideal es tener siempre más RIs”, 2011; en “Cuidar blindaje y chaucherita”, 2009 y en “Cuidar la chaucherita”, 2008, cuando las RIs de entonces superaban USD 5.500 millones, todo un récord, que este monto era poco para Bolivia.
Recordé la respuesta del Presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), de mayo 2006 a octubre 2008, Raúl Garrón, a ¿cuál era un nivel óptimo de RIs?, tener siempre más RIs, para importaciones, compromisos con el exterior y respaldo de la base monetaria del país, esenciales para una sana intermediación financiera.
Los ahora USD 12 mil millones siguen insuficientes. Además, mientras más crezcan, mayores posibilidades tendremos de contraer préstamos en el exterior a largo plazo e intereses concesionales, para inversiones que sean rendidoras, por lo mismo que los acreedores cuidarán que así sean.
Insistí igualmente en “Blindaje contra varios cañonazos”, 2007: la base monetaria son bolivianos aceptados concordes a divisas que el BCB detiene como RIs, correspondientes al blindaje referido por Armando Méndez. Los bolivianos no son meros papeles impresos al antojo del BCB. Están respaldados con valores de intercambio internacional. La mayoría de las industrias, comercio y servicios en Bolivia requiere importar insumos, también bienes de capital, y know how, how to do, pagaderos en moneda extranjera.
Pero si el gasto fiscal crece y crece sin producir mayor riqueza, por ejemplo, o se aumenta sueldos superiores al crecimiento del PIB o el déficit fiscal se incrementa paralelamente a una importante elevación de importaciones de bienes de consumo final y/o caída de exportaciones, el TGN queda obligado a requerir préstamos del BCB para cubrirlos conforme proceso establecido y normado: ¡las RIs pueden disminuir! y esto debemos evitarlo.
También debemos evitar inversiones públicas de RIs en proyectos, programas o actividades que no cubren ni siquiera sus gastos de funcionamiento, menos futuras inversiones para renovar activos fijos, lo que al final conlleva a meros gastos corrientes o mayores requerimientos de capital de trabajo para que su producción o servicio pueda realmente efectivizarse, después que saltan falencias en concretarlas conforme a plazos inicialmente establecidos y, por último, estas inversiones al final no reemplazan importaciones, tampoco apuntalan exportaciones que no sean únicamente de materias primas extraídas.
Sin considerar los fracasos de MYPES y PYMES fomentados por el Estado en intentos productivos llenos de esfuerzos y buenas intenciones, ver al presente el caso del arroz con bajos rendimientos y altos costos, cuyos productores exigen al Estado su compra a precio superior al establecido por el mercado. Es preferible tener más RIs, sin riesgos de invertirlas en actividades que sólo dan pérdidas.
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