Tokio, (EFE).- Al cumplirse un año del accidente en la planta de Fukushima, la polémica sobre la gestión de la crisis nuclear no ha cesado en Japón y el país intenta todavía delinear un plan energético para reducir su dependencia de las centrales atómicas.
Aquel día, tras saltar la alarma nuclear, el Gobierno ordenó evacuar un radio de 3 kilómetros en torno a la planta; un día después lo ampliaba a 10 kilómetros y a continuación a 20, mientras la confusión y el temor a la radiación se extendían y llegaban hasta Tokio, a más de 200 kilómetros.
El sentimiento de confusión, especialmente en los primeros momentos, es una de las cuestiones que más se recuerdan todavía en Tokio y por la que se critica al exprimer ministro Naoto Kan, quien dimitió el pasado septiembre para dejar paso al actual jefe de Gobierno, Yoshihiko Noda.
“No sabíamos realmente el nivel de gravedad de las plantas nucleares”, recuerda un año después el consultor mexicano Rodolfo González, uno de los residentes en la capital que, aquellos días, lo que más temió fue una posible “estampida en masa de la región de Kanto y sobre todo de Tokio, lo que afortunadamente no pasó”.
Ahora se sabe que en los peores momentos de la crisis el Gobierno llegó a sopesar una evacuación de la urbe, con más de 30 millones de habitantes en su área metropolitana, según el estudio que un comité independiente publicó a finales de febrero.
Los expertos concluyeron además que el propio Naoto Kan causó una “confusión innecesaria” al involucrarse activamente para gestionar la situación en la planta, lo que pudo agravar la situación.
Hasta hoy, las 80.000 personas que tuvieron que abandonar la zona de exclusión de 20 kilómetros en torno a la central aún ven lejano o imposible su regreso, mientras la descontaminación avanza con lentitud y en Fukushima todavía no hay consenso sobre asuntos como el almacenamiento de los residuos radiactivos.
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