No cabe duda de que Bolivia tiene una diplomacia naif desde que se instaló el gobierno del MAS con don David Choquehuanca como Canciller. Es más, el Estado Plurinacional se ha convertido en una entelequia naif o tal vez Bolivia siempre lo fue sin que nos diéramos cuenta. Porque, ¿qué es lo naif? S.E. es naif total y es el Canciller ni se diga y lo son la mayoría de los ministros y los asambleístas. Y por supuesto que la magistratura boliviana es lo más naif que puede existir.
Porque, empezando por S.E. y deteniéndose especialmente en el Canciller, el manejo que ambos hacen de la administración del Estado es ni más ni menos que ver una pintura naif: ingenua, intuitiva, colorinche, primitiva, campesina e infantil. Nuestros dignatarios declaran aquí y en el exterior lo primero que se les viene a la cabeza, sin medir las consecuencias, inocentemente. Por lo menos así lo queremos creer. Además el tono de sus expresiones verbales es variado y pintoresco. Y todas sus manifestaciones tienen que ver con la vida campesina, lo primitivo, la plasticidad infantil.
Hace unos días, por ejemplo, durante la visita del Canciller a la sede de la OEA en Washington, éste, seguramente sin querer, ya le puso nombre a la 42 Asamblea Ordinaria de la Organización que se llevará a cabo en Cochabamba entre el 3 y 5 de junio próximo: La Asamblea de la Papalisa. En las cancillerías del continente todos hablarán de la Asamblea de la Papalisa porque ese delicioso tubérculo (odiado por muchos) ha sido parte del discurso central de don David en la sesión del Consejo Permanente. Le saltó el naif al jefe de la diplomacia boliviana y se despachó una arenga afirmando que quien come papalisa no necesita consumir viagra. Claro, como en esta reunión de Cochabamba se tratará sobre la seguridad alimentaria con soberanía, ¿qué mejor que sugerir la papalisa como alimento, que, además de sabroso, pone a los hombres a relinchar como potros?
El Canciller ha dicho muchas cosas que no le creemos, como eso de que las piedras tienen sexo, que hace daño la lectura, que más bien se debe leer en las arrugas de los ancianos, que sus antepasados vivían 200 años, que los desayunos escolares deberían incluir la coca, y muchas otras cosas más, todas naif. Pero esto de la papalisa la verdad es que nos interesa al común de los mortales. En casa se come papalisa una vez al mes, cuando mucho. Desde ahora se comerá ají de papalisa, al horno, en pastel, sopa de papalisa, tres veces por semana, y si mi familia no quiere comerla, la comeré yo solo con mi servilleta atada al cuello. ¿Es cierto lo que ha dicho el Ministro sobre las propiedades de priapismo que tiene el tubérculo o sólo quiere hacer quebrar a la odiosa y capitalista Pfizer? Porque, señores, si una libra de papalisa cuesta en el mercado alrededor de 4 Bs. ¿quién diablos va comprar una viagra en 70 Bs? Claro que si el Canciller nos ha mentido con eso de que uno se pone como potrillo en celo comiendo papalisa, y nos hace provocar algún ridículo, habría que demandarlo ante los mallcus para que le apliquen la justicia comunitaria, por provocar falsas alegrías y esperanzas en los hombres de la tercera edad adulta que ya no están para frustraciones fuertes.
Pero, además, el Canciller va a hacer quebrar a otras empresas farmacéuticas, porque, de paso, dijo en la OEA que también hay que comer “isaño”, otro tubérculo andino, que tiene la maravillosa virtud de combatir la prostatitis. ¿Y quién no le teme a la próstata? ¿Quién no se gasta su platita en análisis y tocaditas incómodas con el doctor? Esto es tan formidable que puede resultar contraproducente para la diplomacia boliviana, porque, desde luego, en la 42 Asamblea se hablará más de los milagros de la papalisa que del retorno al mar. Los delegados extranjeros querrán comprar papalisa e “isaño” en vez de hablar sobre la privatización del agua, nacionalización de la tierra, alentar la constitución de reservas de alimentos y en que Chile nos haga un campito en su extensa y avara costa para sacar nuestra cabecita por un acantilado aunque sea.
En mi dieta siempre está de vez en cuando la quinua, pero voy a sumar urgentemente la papalisa y el “isaño”. ¿No podríamos exportar papalisa e “isaño” en vez de hacerles propaganda inútil, como a la quinua, para que ganen plata otros? En lo único que no le voy a hacer caso al Estado Plurinacional será en el akulliku. No voy a masticar la coquita porque no me gusta su olor ni su sabor. No me gusta por principio. Así que para el Día del Akulliku no cuenten conmigo. Y que, a propósito, S.E. tenga mucha prudencia en su viaje a Viena en defensa del akulliku porque puede regresar escaldado. Que S.E. no se vaya a mandar, como el Canciller, algún farol de esos que provocan hilaridad mundial. Tres eventos internacionales son claves para Bolivia en las próximas semanas y podrían existir decepciones: Viena y la coca; presencia en la Cumbre de las Américas; y OEA, la papalisa y el mar.
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