Restablecidas las relaciones con el gobierno de los Estados Unidos -aunque hasta ahora sin designación de embajadores- hay situaciones que es preciso encarar y no tanto por conveniencias del país del norte, sino aquellas que interesan a nuestro país y que, desde que se expulsó al embajador y fueron suspendidas relaciones, nos han perjudicado grande y gravemente por la creencia de que “estamos mejor solos porque tenemos otros amigos que pueden reemplazar al comercio y negocios que hacemos mediante el ATPDEA”.
Efectivamente, se creyó que, por ejemplo, Venezuela sería campo ideal para no extrañar las acciones recíprocas que había de nuestro país con Estados Unidos, debido al acuerdo del ATPDEA que fue medio para una cooperación mutua entre los estados, pero muy especialmente aquellas que aseguraban clientes para las exportaciones de los países pobres y una apertura segura de mercados. Se dijo que Venezuela sería el campo “más amplio para sustituir a cualquier mercado que se cierre”. Equívoco mayor porque ni ese país, ni el conjunto de los que ofrecieron “ayuda, cooperación y amplitud de mercados”, sustituyó al norteamericano.
La verdad es que el ATPDEA exigía muy poco de nosotros: eliminar cultivos de coca y mejorar la lucha contra el narcotráfico; una política que posiblemente nos convenía más a nosotros que a los consumidores porque siempre hemos tenido conciencia de que la coca -por “sagrada” que se la considere en algunos círculos originarios de Bolivia y, además, porque se cree que su economía es beneficiosa- nos ha causado más daño que beneficios. En cambio, por el lado de los países consumidores, es cuestión de que ellos profundicen su bien llamada “guerra contra las drogas” evitando el mayor consumo que es el causante de una mayor producción de coca y droga.
La supresión del ATPDEA ha implicado que productores bolivianos, con sus empresas grandes y pequeñas, reduzcan su producción porque la desaparición del mercado del norte mostró la imposibilidad de apertura de otros (incluidos los ofrecidos pomposamente). En muchas ocasiones, nuestras autoridades económicas han sostenido el absurdo de que el comercio con Bolivia implicaba “grandes utilidades para la economía norteamericana” y la verdad es que las exportaciones que hace Estados Unidos de Bolivia, en todos los rubros, son nada más que el 0.02% de las importaciones estadounidenses.
Este porcentaje muestra que es una miseria y aunque nuestras ofertas puedan centuplicarse no dejarían de ser mínimas en relación con lo que el mercado del norte precisa. ¿De qué superioridad comercial hablamos y a qué beneficios para los compradores de Estados Unidos nos referimos? El caso, pues, en la realidad, es semejante a lo que en tiempos de la “revolución nacional” se sostenía: “Nuestro estaño es la base de la economía yanqui”; un absurdo que no tenía visos de verdad en ningún aspecto, cuando las reservas de estaño de EEUU eran infinitamente superiores a nuestras ventas.
Restablecer el ATPDEA, en franca y cordial tratativa con los Estados Unidos, sería una labor urgente a ser emprendida por el Gobierno, puesto que precisamos colocar nuestra mercadería y beneficiarnos de sus resultados en reemplazo de mercados que nunca han funcionado a favor nuestro y que sólo políticamente fueron ofrecidos. El mercado norteamericano siempre será importante para todos los países productores del mundo; negar esta verdad es, simplemente, demagogia y politiquería que no corresponden a la realidad.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |