El Mutún y la industria del acero

Tenemos el privilegio de poseer el yacimiento más grande de hierro del mundo. Ello puede sentar las bases de una gran industria del acero, que significa la madre industria de cualquier nación.

Si bien se ha dado los primeros pasos en ese sentido y poder originar más de 25.000 industrias derivadas de la industria de punta del acero, no estamos pudiendo acelerar el proceso. Es que cuando se adjudicó el proyecto a la empresa Jindal de la India me alegré mucho. Pero ya han pasado años y aún no hemos producido ni una barra de hierro.

¿Qué pasó? Al igual que la propia industria del hierro y del acero, aún no se cuenta con un gasoducto de unas 32 pulgadas hacia el Mutún. Tampoco han sido concluidos los caminos asfaltados de conexión a los puertos, no se ha construido un moderno ferrocarril y, finalmente, acelerar la fundición como tal, mixta en un 50% como fue acordado.

En todo caso, para potenciarnos rápidamente y elevar el estándar de vida de los bolivianos, que de momento está entre los más bajos de Sudamérica, tenemos que fortalecer en el proceso el poder de nuestra moneda, como se esfuerzan para hacerlo otros países. Es precisamente con el hierro, su fundición y la fabricación del acero y sus derivados, que podremos fabricar rieles, tubos, barras de construcción en todos sus formas y tipos, enseres de hierro enlozado, menajes de cocina, baños, bicicletas, tractores, automotores, aviones, etc.

Cuando funcionan las fábricas de acero en un país, se produce miles de empleos en todas sus modalidades y sucesivamente se crea otras industrias que fortalecen la economía. Aun países que no tienen el privilegio de contar con yacimientos de hierro, como Paraguay, tienen su fundición. Ni qué decir de Chile, Perú, Argentina y Brasil, que son semipotencias de creación y transformación de industrias subsidiarias que aceleran la multiplicación de otras industrializaciones.

Por mi parte, tengo ciertas reservas y preocupaciones, en vista de que la empresa concesionaria Jindal no acelera su fundición. ¿No habrá una mano invisible que impide o demora el avance de nuestra industrialización básica?

Por el anterior comprendido, con respeto me permito solicitar a los señores gobernantes acelerar convenientemente el paso y si es preciso lograr que todos los ingenieros egresados de las universidades y otros técnicos de las escuelas industriales se capaciten y especialicen en centros de estudio de países altamente industrializados, como Alemania, EEUU, Japón, Rusia, Francia, y vuelvan como expertos en metalurgia y otras ramas de ciencia de punta en derivados de la fundición del hierro y del acero.

De no dar estos pasos concretos parece que nunca vamos a poder industrializarnos y eso no lo podemos aceptar. Imitemos a países amigos que sí han logrado hacerlo y que hoy cuentan con industrias pesadas del acero.

Nosotros tenemos esas y otras materias primas. Tenemos todos los minerales y metales que precisamos para hacer aleaciones y fabricar los mejores aceros de multiplicación de todo tipo de industrias para al final, en pocos años, igualar o superar a otras naciones con nuestra propia industria pesada que andamos buscando.

¿Qué nos falta para encarar seriamente este vital cometido? Ustedes tienen la palabra.