La forzada elección de los postulantes a las más altas magistraturas del Órgano Judicial, por las instancias políticas donde el oficialismo tiene mayoría, y luego el voto ciudadano que mayoritariamente descalificó ese proceso electivo, dio como resultado que asuman esas altas funciones judiciales individuos a los que, en su mayoría, en el léxico festivo de los abogados, se los denomina “abogados de mínima cuantía”.
Y es que salvo alguna excepción, los que fueron seleccionados por el poder político para esas altas y delicadas funciones no reúnen los requisitos de idoneidad profesional, académica y ética necesarias para esas responsabilidades, pues no olvidemos que en los más altos niveles de la jerarquía judicial, se conoce en última instancia las controversias judiciales entre particulares o entre éstos y el Estado, de tal suerte que los fallos en esta última instancia, no tienen revisión y deben ser cumplidos, así estén errados.
En todas partes del mundo, incluyendo los regímenes socialistas y totalitarios, en las altas funciones judiciales están los más esclarecidos y destacados jurisconsultos, que luego de una carrera judicial prístina llegan a las altas magistraturas, pero en nuestra realidad del Estado Plurinacional y el régimen político del “cambio descolonizador”, precisamente a título del tal cambio se ha invertido los valores sociales, que hacen al desarrollo de una comunidad organizada, donde se debe ponderar el mérito ciudadano acumulado por estudios, perfeccionamiento, experiencia y fundamentalmente ética.
La Decana saliente de la ex Corte Suprema de Justicia, hoy Tribunal Supremo, en una entrevista periodística dijo: “... una buena selección de los candidatos para que el pueblo pueda elegir a los mejores hombres y mujeres. Y creo que es aquí donde se presentaron las primeras fallas... existen personas que no tienen la idoneidad requerida...”. La misma ex magistrada apuntaba que los elegidos del régimen habían pretendido ocupar las oficinas del Tribunal Supremo antes de ser posesionados, así como solicitaron que se les entregue los vehículos para su uso, lo que nos muestra ya una primera debilidad y la calidad humana de algunos de los “masistrados”, como los ha bautizado el pueblo.
Ya el señor García Linera, uno de los principales teóricos y propugnadores del régimen socialista indigenista, apuntaba en sus primeros documentos públicos (2006), que había que “infravalorar” a los profesionales y el valor meritocrático, destacando como más meritorio ser dirigente sindical o social que el tener títulos profesionales.
Estas posturas han determinado que luego de seis años de gobierno del MAS, en la reciente reunión de gabinete en la localidad de Coroico, el Presidente del Estado Plurinacional recién se dé cuenta que “no tienen los recursos humanos necesarios para su gestión”, lo que es cierto y lo ha determinado una baja gestión de resultados del régimen político, pese a los abundantes recursos financieros, producto de los elevados precios de las materias primas (hidrocarburos y minerales), como “nunca” en la historia patria.
Al presente Siglo XXI se lo ha denominado la “era del conocimiento”, por supuesto del conocimiento científico y tecnológico, que es lo que hace a los pueblos desarrollarse, pues en este tiempo un magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional dice que resuelve las causas “mirando las hojas de coca”, es decir en qué dirección caen, al echarlas desde cierta altura, lo que nos demuestra la calidad y competencia de los “masistrados”. Y es que todo operador de justicia únicamente debe atenerse a los datos del proceso y lo que disponen las leyes, a partir de la ley suprema estampada en la Constitución Política.
Las creencias, los usos y costumbres de los indígenas o de los mestizos son respetados como una tradición cultural, para los asuntos que tienen que ver con los intereses de la sociedad y el individuo y que tienen que ser puestos a la luz de la ciencia, no pueden ser de ninguna manera expuestos a esas creencias, pues qué resultado tendría si los males físicos de los pacientes fueran tratados por la lectura de la coca, el estaño derretido, el café, etc., y no por un diagnóstico médico científico.
La confesión del miembro del Tribunal Constitucional no es sino resultado de la improvisación, el racismo contra los kharas y la visión oscurantista de algunos teóricos que pretenden retroceder 500 años. Dios salve a Bolivia.
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