Los 30.000 sirios que hasta ayer habían salido del país a causa de la atroz represión de las fuerzas del presidente Bashar Al Assad, son ahora causa de preocupación para las autoridades de Jordania, Líbano y Turquía, los países fronterizos a los que cada día llegan miles de familias sirias en busca de la estabilidad que hoy le falta a su país.
No obstante, la cifra es más compleja si se tiene en cuenta que dentro del propio país han sido desplazadas 230.000 personas por la represión oficial y la respuesta de quienes rechazan el régimen.
La llegada de 1.250 refugiados sirios a Turquía, huyendo de una masacre del Ejército sirio en la provincia limítrofe de Idlib, produjo una reacción del gobierno del primer ministro turco, Tayyip Erdogan.