Nuestro país, lamentablemente, se está yendo al diablo sin que nadie lo pueda detener. El culto a la coca es sólo uno de los factores que lo llevan por ese camino errante. Porque hay otros factores más, que tienen que ver con la compleja psicología de los gobernantes de turno, mentes que padecen de un enredo imposible de descifrar, porque escapan al ojo de la más acuciosa ciencia sobre el comportamiento humano. Hay cabecitas tan enmarañadas en este gobierno que habría que horadarlas para ver qué elementos raros contienen o si no contienen nada, como ha dicho algún colega comentarista.
La cosa es que el 12 de marzo pasado, fue una jornada triste para los bolivianos y para los cruceños en particular. No sólo porque S.E. estuvo en Viena tratando de convencer, sin mayor suceso, de que el acullico no es dañino para la salud, sino porque, abusivamente, se decretó para esa jornada el Día del Acullico. Esas festividades – ya lo hemos repetido mil veces – se las respetará mientras se mantenga S.E. en el poder, que esperemos no sea por mucho tiempo más. Aunque también S.E. como algo al azar, como algo inocente, lanzó el más importante mensaje de su viaje: que estaba legalmente habilitado para candidatear el 2014, pero que sería el pueblo quién decidiría. Eso de “el pueblo” sabemos que se cocina entre cuatro paredes.
Al final, como de costumbre, S.E. terminó jugando fútbol, que es lo que le gusta. Este es el único caso de un Presidente que en vez de viajar con sus ministros viaja con su equipo de futbolistas mimetizados entre guardias y edecanes. He ahí la importancia que tienen para él los asuntos públicos. Y no lleva a sus ministros porque, al parecer, no los necesita. No confía en ellos. Ya dijo que si va a la cárcel algún día (no lo descarta como se puede ver) será por culpa de sus ministros y abogados.
Además, ¿qué es eso de andar decretando fechas memorables por cualquier estupidez? Se provocó y financió la movilización de miles de indígenas y cholos con su bolo en el cachete, lanzando vivas a la coca como si se tratara de alguna deidad adorada en Bolivia. La masa rugiente acabó drogada y borracha, destrozando el ornato público en La Paz. Como todos los actos populares, el trago se impuso, pese a que el oficialismo está impulsando una ley para limitar el consumo de alcohol, lo que causa risa.
En Santa Cruz la situación no fue menos penosa ni menos alcoholizada. Esta vez los “aculliqueros” ingresaron hasta la Plaza de Armas, eufóricos y envalentonados. Como ya se ha hecho costumbre en nuestra ciudad, nadie les salió al frente, que no fueran algunos poquísimos cruceños corajudos. Por supuesto que el Presidente del Comité Pro Santa Cruz, Erland Vaca Díez, quiso hablar con la turba reflexivamente, pero, además de ser abucheado, le llenaron de hojas de coca la cabeza. Hablar con rumiantes es una temeridad, francamente. Sin embargo, Vaca Díez puso los huevos por todos y de alguna manera trató de salvar la humillación de ver al masismo posesionado del centro cruceño. El Presidente de la Unión Juvenil hizo otro tanto, solitario ante la masa atrevida que lo arrinconó por la ausencia de apoyo ciudadano. Fue algo muy triste que confirma el dominio oficialista en Santa Cruz, ciudad que aparentemente ignora lo que le está sucediendo o tiene miedo de enfrentar la realidad.
El bochorno de Viena y la ebriedad cocalera en Bolivia, quedó en un segundo plano ante otra faceta que muestran algunos novios de la deidad verde. Un magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional, Gualberto Cusi Mamani, le cortó la respiración a todo el país cuando declaró ante la televisión que para resolver algunos fallos que le llegan, consulta con hojas de coca. ¿Un letrado chalado incrustado en la judicatura? Esto ya es el súmmum de la desgracia. La nación ha llegado al colmo de su tragedia. Que la coca sirva de alimento, de remedio, de vigorizante, de ofrenda a los dioses, pero además para solucionar causas judiciales, es algo inaudito. Como país, nos estamos yendo al c… sin la menor duda, pero, además, a muy corto plazo.
Ya se dijo y se repitió en innumerables ocasiones que era un absurdo la elección de los magistrados mediante voto popular. Se sabía a ciencia cierta que los seleccionados en la Asamblea Plurinacional respondían, casi en su totalidad, al partido de gobierno. Existía plena conciencia en la ciudadanía de que no eran precisamente los mejores elementos quienes terciaban a las máximas instancias de la magistratura. Sin embargo, como sucede desde hace más de seis años, el disparate se impuso. El gobierno y el MAS presionaron afirmando que Bolivia sería la primera nación que lo hacía. ¡Gran cosa! Por algo es la única nación que lo ha hecho. Ahora nos encontramos con un magistrado del Tribunal Constitucional que resuelve fallos judiciales complicados echando al viento hojas de coca. A eso ha llegado la justicia boliviana para vergüenza de todos. Esto anda muy mal.
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