Se ha conmemorado más de 400 años de la publicación de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, obra de Miguel de Cervantes, valga esa oportunidad para comentar un folleto, cuya primera publicación fue hecha en agosto de 1893. El folleto, titulado “Bolívar y Don Quijote” (1), dice que no es una sátira, mas es una ovación a la locura:
“¿Qué es Bolívar - Un Quijote sublime, del que todas sus fantasías son realidades maravillosas. ¿Qué es Don Quijote – La caricatura profética de Bolívar, lo sublime y lo ridículo sentados juntos, mirándose, codeándose entre sí, dándose estrechamente la mano, el uno, gran loco, genio fenomenal, el otro genio chusco y risible, loco puro. Aquí veremos realizado el pensamiento del vulgo, transformado por Cervantes, en un hermoso dogma a la razón: De lo sublime a lo ridículo, no dista sino un paso”.
El folleto en sí describe la locura de Bolívar, en sus avatares de la guerra, de la lucha, en sus frustraciones, en sus ilusiones, se refiere al juramento de Bolívar en el Monte Aventino, junto a su maestro Simón Rodríguez, y dice: “Ese juramento, escuchado por un confidente imparcial, no habría sido más que un acceso de la locura que hoy los hombres llaman quijotismo”.
La imprecación de Bolívar, durante el terremoto de Caracas, cuando la Iglesia realista culpa en los púlpitos a los patriotas de ese fenómeno natural, como un castigo de Dios: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella, y la obligaremos a obedecernos”. El folleto dice: “Ese grado de energía sobrehumana requiere ciertos pensamientos, en cuya propaganda hombres de la talla de Bolívar chocan contra lo imposible o desafían al destino, esos caracteres no son meras idealizaciones inverosímiles, pues la historia cuenta entre sus pobladores con una multitud de esos locos estupendos, que se complacen en acometer obras titánicas”.
Y sigue el folleto: “No es tampoco otra cosa la locura, vulgar enfermedad, que consiste en abrigar una idea dominante, en un conjunto de ideas desordenadas o quiméricas. Tanto ánimo, convicción y fe, como Alejandro en su falange, César en sus legiones, o Bolívar en su estrella, pudo tener también Don Quijote, cuando furioso por sus desatinos, detiene la jaula de un león, la hace abrir, a los cuatro vientos, y bien empuñado su chafarote, lo insulta, parado en la puerta de la leonera, y lo desafía a que salga a medirse con él, en singular batalla”.
Y en 1816, cuando Bolívar más infeliz que Don Quijote de La Mancha abandonó la lucha, abrumado por reiteradas derrotas, cuando sus tenientes, sus amigos y hasta sus parientes se le sublevan, cuando vencido, sin socorro alguno, cuando su situación es insostenible, cuando habla de hacer flamear victoriosa la bandera de la libertad, desde las cimas del Chimborazo, y del Pichincha, y recorrerá la América, hasta ondear en las cimas heladas del argentífero Potosí: “Un bendito es quien desbarra, sus compañeros se encogen de sorpresa y ruborizados de tanto delirio, le escuchan azorados, y lo miran de soslayo, con desconfianza y pena, uno de sus oficiales se separa de allí, macilento y abatido, halla a uno de sus camaradas, y le dice en el colmo del pesar: nuestra desgracia es irremediable, estamos perdidos. – ¿Por quë?.... le contesta, Bolívar está loco, lo he dejado disparando.
Ese loco que pedía sedantes para su cerebro desconcertado, desconcierta al mundo con sus locuras, reúne precipitadamente sus fuerzas en el momento en que se le creía más abatido que nunca, las organiza, y dispone, las alinea y revista, y semejante a la fiera acosada de frente, cree sucumbir, y da un descomunal brinco”.
Y continúa el folleto: “Inútil es recordar más número de las incontables locuras de este hombre extraordinario, su Delirio en el Chimborazo lo retrata al vivo, delira como un febricitante, pero qué Delirio tan sublime, es el modelo de los delirios, nunca la explosión del cerebro inflamado de los hombres, ha dado estallidos o resplandores semejantes”.
Y citando ya, a la conclusión del folleto, dice de Bolívar: “Tal ha sido nuestro padre, difícil, muy difícil, es conocerlo bien, porque la mensura de su grandeza, burla a nuestro anheloso empeño, es una grandeza inconmensurable, y pues que es sublime en él, bueno sería que esa sublimidad se destaque con toda energía, colocándolo en frente de una ridícula caricatura, que tan tocantes semejanzas tiene. - Es tal vez éste, un sacrílego insulto? No, esa comparación, la inspira el cariño”.
Concluyamos este ligero esbozo del folleto en cuestión, con las palabras que el mismo Bolívar dijo en San Pedro Alejandrino, cerca ya a su prematura muerte: “Cuando leyendo a Don Quijote, pronunció la sentencia reveladora. “Los tres majaderos más grandes de la historia hemos sido: Jesucristo, Don Quijote y... yo”. (2).
El autor es Past Presidente de la Academia Bolivariana de Bolivia - Capítulo Cochabamba.
patodiezdem@hotmail.com
(1) Bolívar y Don Quijote: J. Quintín Mendoza.
(2) La vida Heroica del Libertador. Lucio D .de M.
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