El manipulador manipulado

Cuento de Raúl Pino-Ichazo T.


La vida de Víctor, en su progresivo contacto con el sexo opuesto, se complica con la aparición de la minifalda, por ser contemporánea a su pubertad, y, él descubre, como los que nacieron dos centurias atrás, que cuando un hombre se sienta al lado de una mujer o viceversa, una mujer cerca de un hombre, que el no conoce ni ella tampoco, pero que recíprocamente se encandilan, ocurren las mas atrayentes circunstancias.

¿Que hacer? Víctor no comprende porqué las damas se liberan ocasionalmente de su calzado, no importa el derecho o el izquierdo e intentan subir con sus delicadas falanges hasta el punto mas sensible de la canilla.

Naturalmente que esta circunstancia se realiza cuando la disposición de los asientos es frontal y bajo manteles largos. La tierna y mayor falange desencadena una excitación, y los mas experimentados hombres perciben la señal; imagínense la reacción en Víctor, y, comienza la estrategia: arriba en la mesa se lanzan profundas y directas miradas a los ojos que conjugan armoniosamente con el “flirt” bajo la mesa.

Se trata de una clara intención erótica protegida por los manteles, y, quien la acometa, y no la domine, como nuestro púber, corre el riesgo de un directo y no disimulado rechazo, como sucede en el cine, en la penumbra, cuando se oye “retire su mano inmediatamente”........... y después de una pausa: “pero no Ud.”...........

Los hombres maduros y los jóvenes inexpertos, que se sientan junto a mujeres hermosas que no han tenido la oportunidad de galantear, dejan caer su mano distraídamente bajo el mantel y tocan tiernamente con sus dedos, la rodilla y el muslo, continuando, si no encuentran rechazo, allí donde los sexólogos suponen se encuentra el triángulo de Las Bermudas, donde, cualquier momento, los hombres pierden la cabeza y desaparecen.

Cuando esa aproximación no es bienvenida, mejor, no deseada, se la califica de acoso. Por medio de una dura mirada, y en caso extremo, con la separación del pie con la mano o de la mano con la mano, concluye este intento de “flirt” de forma relativamente fácil y sin consecuencias jurídicas.

Otro tema de inquietud constante para Víctor, era el baile con contacto físico, donde se perdía irrefrenablemente en situar correctamente la mano en la espalda de la compañera. Siempre sus dedos fantaseaban con los imperdibles que sujetaban el corpiño, y su mente montaba el escenario de una hábil apertura con una sola mano. Nunca lo logró en la realidad, y siempre fue una tarea absuelta por la portadora.

También en el baile, cuando colocaba correctamente la mano en el cintura, podía mas que sus fuerzas, la tentación de dejar caer la mano, ayudado por la complicidad de la inercia. Muchas compañeras de baile, con fuerte presión en su mano, la devolvían a su lugar; otras se retiraban abruptamente, dejándolo plantado en media pista.

Así transcurrió la superación de la inevitable etapa fisiológica de Víctor; hoy con 77 años encima, compañero de tertulias de muchas destacadas y guapas mujeres, e ídolo de los años cincuenta. Cuando recibió un premio por su destacada labor como jurista, en la ocasión, muchisimas mujeres se hubiesen sentido honradas, sentándose al lado del personaje en una discreta proximidad “pierna a pierna”, y su mano hubiese iniciado una maravillosa amistad; pero los tiempos cambian con 77 años, se pierde el esmalte de la irresistibilidad y el encanto del difícil lenguaje bajo manteles.

Fin

Raúl PinoIchazo T., es Abogado y escritor.

 
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