Mario Ojara Agreda
Según Duguit el Estado es un fenómeno de fuerza, se ejerce la política del poder de manera desembozada o encubierta en el medio externo heterogéneo y conflictivo. Nuestro país fue el “Hinterland” del cono sur, un territorio interior sujeto a reparto. Sobre nuestro espacio físico convergieron geopolíticas expansionistas, Chile con la invasión armada más perversa y dañina que registra la Historia Universal nos arrebató todo nuestro territorio marítimo y por falta de mar lideramos el grupo de los 18 países más pobres del mundo. No recibimos las grandes corrientes migratorias que con capital y tecnología construyeron los estados modernos y prósperos de América Latina y nos quedamos atrás, somos hoy un país precolombino compuesto por 37 naciones, sin destino nacional.
Llegó la hora de elaborar una política de Estado para la reivindicación marítima a fin de que el gobernante de turno, de derecha o de izquierda, asuma con firmeza la defensa de Bolivia en los foros internacionales. El entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada se comprometió a construir un gasoducto de Tarija a Patillos. El actual mandatario entregó el bastón de mando al Comandante del Ejército chileno y firmó un acuerdo que convierte en potencia bioceánica al usurpador de nuestro mar y de nuestras aguas del Lauca y del Silala.
En el año 1962 y por instrucciones del entonces presidente de la república Víctor Paz Estenssoro, en mi condición de Subsecretario de Relaciones Exteriores entregué al Encargado de Negocios de Chile la nota de ruptura de relaciones diplomáticas. Es preciso que los gobernantes acaten las normas jurídicas y éticas que regulan la ruptura diplomática, pues la reivindicación marítima es la reivindicación de la dignidad nacional que no puede ser escarnecida. El grito de los bolivianos, incluyendo a los militares, debería ser ¡Patria con mar, viva Bolivia!
Los chilenos no quieren devolver a Bolivia ni un milímetro del territorio que nos usurparon con el uso de la fuerza, que es para ellos “la ley suprema de las naciones”. El bilateralismo que practicamos a lo largo de más de un siglo fue un rotundo fracaso y ahora la diplomacia multinacional debe ser eficiente y eficaz. Los conflictos internacionales son jurídicos o políticos, los jurídicos se refieren a la aplicación o interpretación de un tratado internacional y se los resuelve en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
El conflicto con Chile es político. Bolivia quiere modificar la situación existente, salir del patio trasero del país invasor. Los conflictos políticos se los resuelve en los foros internacionales. En el año 1946 la Asamblea General de la ONU creó el Estado de Israel, posteriormente la ONU devolvió Hong Kong a la República Popular de China; la República de Panamá recuperó su canal gracias a una resolución de la OEA. Necesitamos debates y más debates sobre nuestra demanda marítima en los foros internacionales.
En la Asamblea General de Naciones Unidas que se celebró el año 1985, en mi condición de Delegado de Bolivia sostuve con el Embajador de Chile el único debate sobre el tema marítimo que se realizó en el foro mundial. Como no hay relación de fuerzas con el usurpador histórico, necesitamos presión internacional para nuestro retorno al mar con soberanía.
La Asamblea General de la OEA en 1979 aprobó una resolución histórica que obliga a Chile a devolver a Bolivia una salida soberana y útil al océano Pacífico, sin compensación territorial. Esta resolución debe ser acatada por Chile, ya que es la decisión política de los pueblos y gobiernos de nuestro hemisferio que a Bolivia se le restituyan sus derechos históricos de Estado condómino y ribereño del océano Pacífico. Si Chile no acata la resolución de la OEA debería ser excluida del Sistema Interamericano que fue creado para establecer un “orden de paz y justicia” mediante la solución pacífica de los conflictos entre los estados miembros.
Se requiere debates y más debates en los foros internacionales para el logro de nuestro objetivo nacional irrenunciable, pero lo más imperioso es que nuestra causa marítima se convierta en una causa nacional. Desgraciadamente la confrontación y guerra entre bolivianos muestra a un país al borde del abismo, sin poder nacional. Chile dice que la resolución de la OEA es una intervención en sus asuntos internos, olvida que la invasión armada de 1879 es la más perversa y dañina que registra la Historia Universal y se impone una reparación histórica a Bolivia.
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