Esta vez “vista desde Bolivia” es un conjunto de aportes intelectuales que, gracias a Fundación Milenio, la Fundación Pazos Kanki y el aporte generoso de la Fundación Konrad Adenauer, permite tener un conjunto de opiniones valiosas que son una muestra de que también ahora en estos países del tercer mundo existe gente calificada para interpretar lo que está pasando en un planeta convulsionado que, tal como lo muestra la carátula, es un polvorín en potencia. Brevemente me referiré a los aportes de Fernando Campero, Henry Oporto y Rolando Morales Anaya.
Campero se pregunta: ¿en qué medida la crisis global afectará a la Economía Boliviana? La respuesta central es que “tanto por políticas como por expectativas la Demanda Global tenderá a contraerse”, ello supondrá “una baja en los precios de la mayoría de los bienes internacionales” y por tanto los flujos de inversión, que han sido reducidos hacia nuestro país, y la demanda de materias primas se contraerán afectando nuestros ingresos por ambos lados. Con estos efectos los mayores afectados serán los ingresos y gastos fiscales, ya que “el 45% de los Ingresos Fiscales tiene origen en los rubros extractivos dirigidos a la exportación” y por el hecho de que el 2010, “el 46,5% del total de las exportaciones es realizado por el sector público” (YPFB, COMIBOL).
Al contraerse la demanda internacional “el principal efecto sería la caída en los ingresos por exportaciones, sobre todo en los bienes donde las cantidades son inelásticas”. Lo anterior a su vez tendrá su efecto en “la reducción de los medios de pagos”, con lo cual “se podría esperar interrupción en las cadenas de repago de préstamos, con potenciales incrementos en la mora crediticia”. Como se sabe, más que por políticas internas el PIB ha crecido enormemente gracias al efecto precio de las materias primas que exportamos.
Oporto titula su ensayo “Un campo minado” y su enfoque se centra en la capacidad gubernamental para enfrentar los efectos de la crisis que se avecina por la precaria gobernanza y gobernabilidad que lo caracteriza, al moverse entre las olas de autoritarismo y al mismo tiempo el slogan de “gobernar obedeciendo al pueblo”, que no es otra cosa que pretender transferir la responsabilidad en la toma de decisiones a los “grupos sociales”, sin que éstos asuman la responsabilidad sobre los resultados. El problema de fondo, por tanto, es que “un viraje hacia la racionalidad económica supone, ciertamente, arriesgar a enervar aún más la ya conflictiva relación con los movimientos sociales”.
La sorpresa en esta publicación la da Rolando Morales, el cual se aparta de su línea econométrica -muy precisa cuando la utiliza-, al insertarse en una línea pugilística, la interpretación por cuadriláteros, de los problemas que confrontan los países desarrollados en su relación con el resto del mundo.
Es una interpretación más política que económica, pero muy válida, lo cual demuestra que no son sólo las cifras las que se debe utilizar para evaluar e interpretar lo que acontece en el mundo. Un cuadrilátero: democracia occidental, populismo, indignados, democracia dura. Otro: sobre las potencias actuales: Estados Unidos, China, Alemania, BRICs. Los grandes problemas: Desarrollo, Transnacional, Corrupción, Medio Ambiente y otros.
De la lectura de estos aportes, uno puede llegar a pronósticos de un futuro inmediato sobre nuestra economía, al estilo de un meteorólogo tipo lector hojas de coca (Cusi), que la próxima semana puede darse una combinación de días de lluvia y otros con mucho sol.
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