El cúmulo de problemas que sufre México llevó a Benedicto XVI a enmarcarlos en “la pasión, muerte y resurrección” de Jesucristo que se revivirá dentro de siete días en la Semana Santa. En un intento de limitar los daños y también las secuelas, el Papa invitó el domingo a México a evitar “la inútil venganza” y a desterrar “el odio que divide”.
Durante el vuelo hacia el parque del Bicentenario de la Independencia, donde celebró la misa para 350.000 personas, el Santo Padre bendijo desde su helicóptero el grandioso monumento a Cristo Rey sobre una montaña de 2.700 metros.
La gran escultura de bronce, de 22 metros de altura, tiene los brazos abiertos en un gesto de misericordia y está acompañada de dos ángeles que le ofrecen una corona real y otra de espinas, cuyo significado comentó en la homilía.