[Juan José Chumacero]

Educación mixta o coeducación


Son ya casi siete los años que esperamos que en Bolivia se implemente una educación para la “formación del hombre nuevo” en complemento con la descolonización y el “vivir bien”. Pero también son casi siete los años en los que la confusión es evidente. Se habla de equidad, respeto mutuo, democracia, etc., pero la patriarcalización, el machismo y las leyes envolventes (tramposas) se destacan, generando actitudes de descontento en el soberano.

Hace unas semanas, la negativa de varios padres de familias y de los alumnos, salvo uno, a aceptar el ingreso de diez muchachas al Colegio Nacional Bolívar (de Cochabamba) puso en videncia “focos” de discriminación, machismo y violencia de género en el país. Este escándalo puso de manifiesto que en el Estado plurinacional existen al menos 38 unidades educativas “machistas”. Lo que se sustenta en la “tradición” resulta que ahora se convierte en un “problema social”; los usos, costumbres y tradiciones ¿sirven o no?

Huelgan las palabras, no son más que prejuicios y también perjuicios de una sociedad “mal educada”. Es producto, precisamente, de bodrios conceptuales ideológicos del momento constitutivo que está viviendo Bolivia, hoy Estado plurinacional. De hecho, autoridades y alguno que otro “pedagogo” se rasgan las vestiduras y no atinarán a observar esta conducta desde la dimensión apropiada; se solazaron por defenestrar el entuerto con argumentos de la cultura inmaterial, principal dimensión de la acepción educativa oficial.

La educación mixta o coeducación se implementa a partir de una integración de hombres y mujeres en una misma comunidad educativa, sin embargo la “tradición” limitó esa prescripción a un solo sexo hasta comienzos de 1990; sin comprenderlo forjaron políticas insuflando modelos mixtos en los currículos, arguyendo que ella se funda en el naturalismo y cultura inmaterial subjetiva, lo que trocó en otra Ley 070 que defenestra la inclusión de la familia; que facilita la integración y maduración de las emociones de los alumnos(as).

Equívocamente se defenestra un mayor ambiente competitivo, donde la mujer adquiere con mayor facilidad juicios, expresiones, que hace que los varones aprendan de las chicas a estudiar con diligencia y constancia. La presencia de las chicas mejora las relaciones sociales y desarrolla con más naturalidad la amistad. Como ello no es comprendido, se recurre a la cultura inmaterial de lo folclórico. Por ello el afán de recurrir a muletillas como el “machismo” para justificar esa desidia.

Los profanos de la educación han abierto desde la esfera pública, a decir de Paulovich, un debate sobre una “equidad” que no calza en el estado patriarcal, pues la falta de conocimiento, creatividad e iniciativa no explica con rigor la educación mixta o coeducación, sencillamente porque no han logrado superar los objetivos propugnados por el sistema neoliberal y simbólico ahora revestido de “indiano centrista”.

Los países pioneros (1970) en implantar la educación mixta o coeducación son Japón, Estados Unidos y Suecia con una larga experiencia en sistemas educativos, con una mayor tradición social de igualdad; una mayor oportunidad entre los sexos es unánime, hay razones para el acuerdo, y ello se traduce en las garantías científicas de la cultura “occidental”, a la que no pueden acceder los “descolonizadores”.

Por ello es que ahora en muchas comunidades educativas del Estado plurinacional no se puede hablar de coeducación, aunque incluyan chicos y chicas, porque no se tiene en cuenta su diversidad ni se respeta sus exigencias personales. Además, los ritmos de maduración psicológica son distintos.

Es sabido, dice el gran Lev Vigoskty (1990), así como Lomas, Santos Guerra, Arrazola (2010), que entre los diez y los trece años las chicas se desarrollan más deprisa, y, que entre los catorce y los diecisiete su evolución es mucho más lenta, mientras que en los chicos es más rápido. Entonces, “igualar” la educación en estas edades es un contrasentido psicológico. Por otra parte, en cuanto a la educación de la sexualidad, es distinta la función del sexo en la mujer que en el hombre. La mujer necesita una preparación adecuada para una misión que requiere una especial capacidad de decisión y fortaleza, ¿en parte de la Ley 070 indianista se denota ello? Huelgan las respuestas.

Se puede estar a favor de la coeducación o de la educación separada, pero, en cualquier caso, hay que optar por la libertad. Una sociedad se empobrece cuando obliga a todos a seguir un modelo educativo, es necesario el consenso. Pero ahora “la educación es de todos”, esto genera la improvisación hasta el cansancio. Hay que respetar el derecho de los padres para elegir el tipo de educación que mejor se adecue a los intereses de sus hijos. En un país democrático la libertad para escoger (que no es sinónimo de imposición) el modelo de educación por parte de los interesados, debería estar garantizada por el Estado.

El autor es Director del Centro de Información, Servicios Educativos y Comunicación (CISEC).

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