OPINIÓN
Es un año especial… es el 2012 donde se celebran los Juegos Olímpicos, donde los atletas ingresan a la categoría de héroes por reunir condiciones no solo físicas y técnicas; el ideario popular también les inyecta valores y atributos como el coraje, fuerza, belleza, elocuencia, ingenio, sensatez, que pueden o no tener los deportistas.
Pero queremos que sea así, y en este sentido vemos en el atleta Olímpico al hombre o la mujer perfectos, sin nada que reprocharles, viéndolos como ejemplos de vida que les permiten destacarse entre todos los de su país para estar presentes en una cita, la más grande a nivel mundial, e intentar ser el mejor de este planeta.
En la antigüedad, participar de los juegos era sinónimo de distinción social, y estoy hablando de referencias de la cultura griega. Posiblemente la aristocracia compartía sus diversiones y concursos a las demás clases sociales.
Esto queda evidenciado, en la historia, donde se afirma que no podían participar los “Bárbaros”, es decir aquellos que no pertenecían a la comunidad griega, para marcar diferencias hasta étnicas y demostrar su superioridad.
El arte griego ha reproducido abundantes escenas “deportivas” poniendo de manifiesto que los pasatiempos eran motivo de inspiración: esculturas en mármol de corredores griegos, de luchadores desnudos, de atletas preparándose para la competición, etc. vasos y ánforas con pugilistas, corredores a pie, entrenadores aconsejando a sus pupilos.
A partir del siglo V a. C. desaparece de los juegos el noble-deportista-amateur y surge poco a poco el profesionalismo como consecuencia de los cambios sociales acontecidos. Si como sabemos los juegos continuaron celebrándose, es fácil plantear la hipótesis que las transformaciones de sus sociedades provocaron cambios. Las condiciones no eran las mismas y se amoldaron a las nuevas disposiciones socio-económicas-políticas de la época.
Cuantos siglos han pasado, desde mi punto de vista pocos conceptos e intencionalidades han cambiado. En la época moderna solo los países ricos pueden organizar eventos de este tipo; es decir la aristocracia del primer mundo, donde no deja de ser una ostentación de estabilidad, organización y poderío económico…nunca escuché ni siquiera la intención de aportar fondos de países ricos para que un país pobre quede con infraestructura y sus habitantes mejoren sus condiciones de vida. Quienes llegan mejor preparados son los que más recursos tienen, al igual que en Grecia se conseguía el status para abocarse estrictamente a la preparación, contando con las condiciones para esto.
En un mundo globalizado soñamos con alcanzar estos niveles y seguramente lo lograremos en los próximos 80 años que restan para acabar el siglo. Creemos que somos parte de la fiesta cuando en realidad es una justa reservada para unos cuantos.
Mejor no analizarla tanto y disfrutarla de la mejor manera, la olimpíada esta cerca y para nosotros comenzó la cuenta regresiva.
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