Los líderes de los 53 países participantes en la II Cumbre de Seguridad Nuclear celebrada en Seúl cerraron ayer las sesiones de trabajo con nuevos compromisos para reducir su material atómico de uso civil y un llamamiento a cerrar filas para combatir la amenaza global del terrorismo nuclear.
La reunión, la mayor cita de mandatarios nunca acogida por la capital de Corea del Sur, concluyó con la llamada Declaración de Seúl, que insistió en que es “responsabilidad fundamental” de cada país “mantener una seguridad efectiva de todo el material nuclear”, informó Efe.
“El terrorismo nuclear sigue siendo una de las amenazas que conllevan mayor desafío para la seguridad internacional”, señala el comunicado, que insiste en que eliminar esta amenaza requiere “medidas nacionales contundentes y cooperación internacional”.
Reunidos entre un impresionante dispositivo de seguridad en el centro de convenciones COEX, en el sur de Seúl, los líderes repasaron los progresos logrados desde la primera Cumbre de Seguridad Nuclear, celebrada en Washington en 2010.
En estos dos años, ocho países han retirado un total de 480 kilos de uranio altamente enriquecido, cantidad suficiente para producir 19 bombas atómicas, mientras que México y Ucrania han completado la “limpieza total” de este material en sus territorios.
Además, en los últimos dos años Rusia y Estados Unidos han degradado a uranio de bajo grado material suficiente para fabricar cerca de 3.000 bombas atómicas.
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