Las personas que trabajan en el sector público gozan de un atractivo nivel salarial, pero la inestabilidad y la vulneración de sus derechos sociales provocan el desaliento.
Según una investigación del Cedla, la antigüedad como forma de ascenso es cosa del pasado para dar paso a la ruleta de las convocatorias externas, en la que el requisito para participar es la renuncia previa. Quien aspira a un cargo superior debe renunciar a su seguro, sus vacaciones y todos los beneficios acumulados, corriendo el riesgo de no aprobar la convocatoria.
Esta nueva forma de discriminación laboral se expresa de manera cruda en la promoción de funcionarios junior, frente a funcionarios que tienen 15 ó 20 años de experiencia.
Los novatos de salto en salto pasan a ganar súbitamente más que los empleados antiguos, que deben resignarse a este nuevo estado de circunstancias que causan su natural desaliento.