El Paso (EEUU).- El estado de Texas ejecutó ayer, con una inyección letal, a Jesse Hernández, el tercer hispano en lo que va del año, condenado a la pena máxima por el asesinato de un bebé en Dallas el 2001.
“Díganle a mi hijo que lo quiero mucho”, dijo el reo antes de ser ejecutado. “Dios los bendiga a todos. Continúen caminando con Dios, ‘Go Cowboys’ (en referencia al equipo de fútbol americano de Dallas)”, añadió Hernández, quien agradeció a su familia y amigos.
A las 18.18 hora local (00.18 GMT del jueves), diez minutos después de que se le aplicara la inyección letal, fue declarado muerto por las autoridades estatales quienes cumplieron con la sentencia luego de que el Tribunal Supremo de EEUU denegara una apelación de última hora.
“Puedo sentirlo y sentir su sabor... no es tan malo”, fueron las últimas palabras de Hernández, según confirmó a Efe Jason Clark, portavoz del Departamento de Justicia Penal de Texas (TDCJ, por su sigla en inglés).