Héctor Revuelta Santa Cruz
Parte II
ES KAFKIANA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Casi todo trámite es engorroso y se pide documentos innecesariamente. Es una constante que el indolente burócrata le diga “vuélvase mañana”. Es increíble que, en muchos estudios elaborados por consultoras, los documentos del seguimiento, cartas y otros sean más voluminosos que el propio estudio. Seguramente el Gobierno está muy consciente de esta situación, ya que lo motivó a organizar un concurso, con premios incluidos: “El peor trámite de mi vida”. ¿Para qué sirvió? Este entorno, de la ineficiencia de la Administración Pública, genera innumerables viajes superfluos, pérdidas de tiempo, congestionamientos vehiculares, contaminación ambiental, excesivo consumo de combustibles y stress
ES KAFKIANA LA SIMULTANEIDAD DE INGRESO Y SALIDA A LAS OFICINAS PÚBLICAS
Está establecido, en la mayor parte de las oficinas públicas, el ingreso a las 8:30; salida 12:30; por la tarde entrada 14:30 y salida 18:30. No hace falta describir la tragedia angustiante que esto significa para el sufrido paceño, porque tiene su amarga vivencia indescriptible en una nota periodística, especialmente si pertenece al sector burocrático. Y si es madre peor aún, porque tiene que salir a la carrera de su oficina haciendo cola en el control digital, hacer cola en los ascensores apretujándose, tomar el vehículo de transporte público que pueda, peleando con otros futuros pasajeros, incluso con riesgo de su vida.
La oferta de transporte está mal dimensionada y peor fiscalizada, con chóferes malcriados, abusivos y engreídos que hacen lo que les da la gana, cambian sus rutas descaradamente, cortan sus recorridos, levantan a los pasajeros que quieren (discriminan a las personas mayores porque dicen que tardan mucho en subir y en bajar, así como a las señoras de pollera, que también dicen que ocupan mucho espacio), prefieren recoger pasajeros donde hay un semáforo e ignoran a los que están esperando antes; los radio taxis han subido sus tarifas en más del 50 por ciento.
La gente, en estos últimos años, ha incrementado notablemente sus gastos en transporte porque ahora tiene que tomar hasta dos o tres vehículos para llegar a su destino, cuando antes lo hacía en uno solo (el INE para determinar el IPC no considera esta subida tácita del costo de transporte); los tiempos totales de viaje, incluyendo esperas, en muchísimos casos, son de más de cuatro horas al día. Todo esto sucede a la vista y paciencia de las respectivas autoridades, que son cómplices directos de esta situación que está enfermando al pueblo paceño, elevando increíblemente su stress, que se manifiesta con caras largas y actitudes agresivas en el hogar y en la calle; además de disminuir su capacidad de producción.
¿Será que en las espaldas de los paceños se puede sembrar nabos y cosecharlos? ¿Estamos esperando que el pueblo, en su desesperación, reaccione e incendie vehículos de transporte público...?
Por otra parte, como las demandas de transporte son puntuales, se incrementan superlativamente los congestionamientos con la consecuencia de mayor polución del medio ambiente y que es un motivo más para el aumento del exorbitante consumo superfluo de combustibles subvencionados, que el Gobierno quisiera disminuir. Esta situación puede ser paliada, sin costo alguno, simplemente determinando un horario escalonado de ingreso y salida. Los ingresos pueden empezar, según sectores, a las 7:30 y cada cuarto de hora otros sectores, igualmente escalonar las salidas. Indudablemente la mejor solución es el horario continuo escalonado.
También se puede disminuir millones de viajes al año haciendo que, por ejemplo, las cédulas de identidad y licencias de conducir tengan mayor tiempo de validez.
En conclusión: ¿por qué hacer las cosas fáciles si es más fácil hacerlas difíciles? Es un pensamiento muy kafkiano que mucha gente, por mal formada, ineficiente tanto en los más altos cargos, como en los más bajos, sin iniciativas, practica con piadosa devoción. Faltándole criterio de modernidad (uso eficiente de los recurso humanos y materiales), actúa algunas veces con perversidad y quién sabe si por conseguir alguna “propinita”. Las cosas las hace difíciles artificialmente, de tal manera que el tramitante prefiera erogar algo, que en el fondo resulta una “inversión”, porque con un trámite más rápido, “adecuadamente aceitado”, habrá ahorrado tiempo y dinero.
Cuanto más difíciles y complicados sean los trámites y procedimientos, mayor posibilidad de corrupción. El Estado debe cumplir con su rol facilitador y así veremos verdaderos cambios en la sociedad.
El autor es Ing. Civil, docente de Ingeniería del Tráfico de la Facultad de Ingeniería – UMSA.
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