Monseñor Juan Quirós falleció hace más de dos décadas en La Paz. Escribió poesía (“Ruta del Alba”) y sobre todo crítica literaria en “La Nación”, la revista “Signo”, “Presencia Literaria” y en el libro “La raíz y las hojas”. El título honorífico de Monseñor le otorgó la jerarquía eclesiástica del Vaticano.
¿Y a qué viene este breve recordatorio?, dirá el lector. Ocurre que el jueves 22 del presente mes, el escritor Jaime Martínez-Salguero publicó en esta misma sección de EL DIARIO la nota “Acerca de un plagio”. En la misma, Martínez-Salguero afirma que un literato de apellido Cáceres, en un periódico local, arremetió con denuestos a Juan Quirós, cuando comentó su trabajo de crítica literaria. Afirmó que el sacerdote (en vida) no tuvo humildad, lo calificó de “incomprensivo”, de “no saber apreciar “la obra de fulano y sutano, además de otros conceptos ofensivos sobre su personalidad; y cosa curiosa, también ataca a los que trabajaron junto a él.
Durante muchos años fui colaborador muy cercano de Quirós (como dibujante e ilustrador de su página literaria y otras labores periodísticas). Por tal razón, puedo dar a conocer algunas apreciaciones sobre el modo de ser, el carácter y el trabajo literario que Juan Quirós realizó en vida.
-Cuando leía algún texto de poesía, cuento o novela, hacía sus observaciones relativas a las normas de la Gramática y la Preceptiva Literaria. Como Académico de la Lengua Castellana, en esos dos aspectos era un severo crítico. Y así tenía y tiene que ser; porque si no, cualquier hijo de vecino que pergeñaría algunas páginas ya se consideraría “escritor” o “literato”.
-Por supuesto que las novelas con excesivo contenido de violencia, obscenidades, impudicia, sexo, frustraciones de vida, propaganda política de “extrema izquierda” y malabarismos literarios, no le atraían. Era, pues, sacerdote, señor… leal y fiel a su vocación de servicio cristiano.
-Y si en muchas de sus críticas se mostró burlón, fue sencillamente porque algunos autores escriben o crean situaciones que originan más de una sonrisa (piadosa).
Todos sabemos que la apreciación de una obra artística (o no), es totalmente subjetiva, porque a unos puede agradar y a otros no. El ciudadano que tiene predilección por un autor, llámese poeta, cuentista o novelista, adquiere y admira su obra; y al que no, sencillamente lo evita y no lee su trabajo. Algo así como cuando a una persona no le agrada un programa de TV, cambia de canal o apaga el televisor. En el caso de un crítico literario y por efectos de su profesión, valora, ensalza o reprueba (a su manera) el trabajo escrito.
A vuelapluma: así fue, así pensaba y con esos antecedentes escribió el sacerdote Juan Quirós sus apreciaciones o críticas literarias.
POST MORTEM Y “PALIZA LITERARIA”
Y aquí viene (por fin) la motivación de esta nota: ¿por qué el escritor mencionado anteriormente, ataca y arremete contra Juan Quirós después de tantos años posteriores a su fallecimiento?
Hubiésemos querido leer esos ataques cuando Monseñor estaba con vida. Ayayay… de la “paliza literaria” que se salvó el gratuito enemigo que ofende al que ya no puede defenderse.
Atacar y vilipendiar a una persona que ya no está en este mundo: ¡qué inmundo! (vale también por la rima).
Este ingrato tema nos recuerda la frase de Terencio: “Veritas odium parit” (la verdad origina el odio). Y al que le calce el guante… que se lo chante.
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