La ciudad de La Paz, sede del Gobierno central, con una población de más de un millón de habitantes, como consecuencia de su acelerado crecimiento enfrenta diversos problemas, entre ellos el complicado tráfico de peatones y vehículos motorizados. Miles de personas se movilizan diariamente desde la ciudad de El Alto a la ciudad del Illimani, para realizar sus actividades cotidianas.
Sin embargo es preocupante observar a diario largas filas de pasajeros en puntos de embarque en vehículos de transporte público, lo que muestra la necesidad de más medios de locomoción, pese a que el parque automotor es de 250.000 vehículos.
La realidad es que al crecer la ciudad sus necesidades han aumentado aceleradamente, lo que demanda soluciones de todo tipo, como el transporte masivo. Durante años se ha presentado proyectos con ese objetivo a gobiernos municipales, como el proyecto del Tren Urbano, que en su etapa final fracasó por falta de entendimiento entre el Municipio y las organizaciones de transportistas.
Has pasado más de tres décadas desde que se dio a conocer opciones como el Teleférico y hasta el momento todo ha quedado como propaganda con fines políticos y el problema del transporte sigue sin solución, perjudicando a la colectividad.
Ahora el Concejo Municipal ha anunciado la aprobación de la Ley municipal autónoma de transporte y tránsito urbano para facilitar el desplazamiento de los paceños. Pero es indudable que se necesita, al mismo tiempo, una norma que regule los precios de los pasajes, ya que un aumento no se justificaría, porque no ha subido el precio de la gasolina, además que una elevación de tarifas afectaría más a los sectores humildes de la población.
Asimismo es urgente abrir nuevas vías para descongestionar el tránsito de motorizados por el casco urbano central, ya que muchas de las actuales ya no se acomodan al crecimiento vehicular actual. En algunos momentos el embotellamiento es insoportable, al extremo de paralizar el tráfico en la ciudad, por lo que se hace necesaria la acción conjunta de Tránsito y el sector del transporte urbano para habilitar otras vías.
El caos se agrava cuando se producen manifestaciones, marchas y bloqueos en las calles céntricas de la ciudad, paralizando varias actividades. Nuevas rutas de escape solucionarían en buena medida el congestionamiento de vehículos.
Ante la resistencia de los transportistas para poner en funcionamiento el transporte masivo, la paceñidad tiene que hacer oír su voz, no se debería postergar más tal proyecto prioritario para la ciudad. Las instituciones cívicas tienen que compenetrarse de las necesidades de los paceños, que si bien son solidarios y aman a su tierra, piden que se los tenga en cuenta, como quienes viven en las laderas y soportan grandes dificultades para desplazarse a sus fuentes de trabajo.
La ciudad de La Paz, pese a sus problemas, continúa su progreso y desarrollo y como prueba de ello están las nuevas construcciones que se observa por doquier, mostrando la pujanza que es característica del paceño.
El autor es ex docente de la UMSA.
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