El Presidente del Estado ha lamentado que sus colaboradores, “abogadas y abogados”, le habrían hecho cometer algunos errores y manifestó claramente que “Si algún error o delito voy a cometer y si es un tema legal, debe ser por culpa de mis abogados y abogadas”, aunque se abstuvo de señalar específicamente de quiénes se trataba.
La revelación presidencial confirmó en ese sentido lo que estuvieron sosteniendo con insistencia algunos periodistas y articulistas de la prensa nacional, que si bien el Presidente cometía algunos errores, ellos eran particularmente por escuchar a algunos asesores de su entorno, quienes le “hacían meter la pata” y que debía tener cuidado, más aún si tiene la posibilidad de no aceptar sus consejos o bien retirar a esos asesores de tan delicadas funciones.
Los comentarios de los periodistas en torno a los asesores palaciegos -cuyos contenidos son ahora confirmados por las palabras del mismo presidente Evo Morales- fueron objeto de críticas por parte de funcionarios de la alta jerarquía partidaria gobernante, quienes inclusive amenazaron con adoptar medidas penales drásticas no sólo en contra de los voceros de la opinión pública, sino contra algunos comentaristas y periodistas que hacían esas observaciones.
Pero ahora resulta que esas críticas y sugerencias eran correctas y que, en cambio, debieron ser escuchadas oportunamente para evitar, en esa forma, declaraciones impertinentes que le hiciesen cometer al Presidente algún error y que él mismo afirme estar dispuesto a ir a la cárcel por haber cometido alguna equivocación, porque “no llegó al Gobierno para engañar”. De haberse atendido las sugerencias de la prensa, en vez de amenazarla, se habría reducido el riesgo presidencial de cometer algún error y, al mismo tiempo, se hubiera puesto coto a sugerencias de asesores incompetentes, más interesados en poner piedras en el camino del Gobierno que en hacer expedita su actividad.
La queja presidencial en relación con algunos de sus asesores revela, por otro lado, la importancia de la libertad de prensa, por la virtud de hacer observaciones oportunas y acertadas, pues de otra forma, los errores de las autoridades podrían repetirse indefinidamente, causando grave daño al país y más aún a quienes los aceptan y difunden sin criterio alguno.
Es más, las impertinencias de asesores -con excepción de algunos que seguramente no quieren empujar al primer mandatario a pisar cáscaras de plátano- podrían conducir a equivocaciones de mayor magnitud (inclusive violando la Constitución) y finalmente a limitar o eliminar la libertad de prensa e información, cosa que estuvo, al parecer, a punto de ocurrir más de una vez, estando el origen de todo ello en colaboradores “abogados y abogadas” desprevenidos, que posiblemente no se inspiran en las leyes sino en el “tarot”, las hojas de coca, etc., productos de la inspiración cósmica o la ideología populista.
La confesión de parte del presidente Morales en torno a las sugerencias de algunos de sus colaboradores, a la vez de confirmar que los comentarios de prensa acerca de los asesores tenían razón, permite resaltar la importancia de la libertad de prensa e información y que en vez de escuchar sugerencias en sentido de desmentir esas apreciaciones e inclusive proponer sanciones penales contra órganos de prensa y periodistas, lo que se debía hacer es, más bien, apoyar esa actitud crítica y, al mismo tiempo, darle la importancia necesaria para reconocer los errores y tener el suficiente criterio para no repetirlos.
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