Deidades que entran y entran

“A juzgar por mi nueva percepción de las múltiples e interminables entradas que cada zona de la ciudad presencia semana tras semana uno diría que me volví un amargo o que contraje nupcias en las últimas semanas. Nada más lejano a la verdad.

Yo vivo en una zona donde la picardía criolla no se ha perdido con el tiempo… ha aumentado. Cuando yo no sabía sonarme todavía bien los mocos la gente ocasionalmente festejaba a santos y el festejo quedaba ahí; el día del santo. Con prisa y soslayo al arribar la noche el recojo de mesas, sillas y cajones de rubia espumosa lo realizaban los mismos que habían pasado un día divertido lleno de baile.

Hoy por hoy, en la misma zona, existen de tres a cuatro pre entradas donde me queda la duda de si las hacen para ver si las coreografías están bien o si el efecto de la cerveza es el mismo con semanas de diferencia. La chela es y será siempre la misma. De todas formas a San Nicanor (nombre ficticio para proteger su identidad) dudo que le competa la cantidad de pre entradas que hagan a su nombre siempre y cuando haya una llena de devoción.

En fin, el día de la entrada mayor ha llegado y la gente se congrega muy temprano para gozar el son de las incontables bandas durante todo el recorrido. Los trajes, su colorido y los bailes son fantásticos.

Ya al caer la noche debo saltear obstáculos camuflados de bailarines que han sido regados por todo el piso. Luego de flanquear un importante pelotón de beodos ingreso a casa a descansar con un pensamiento claro… ese peculiar aroma a jolke durará por lo menos una semana más”