Ambientalistas e instituciones coinciden en señalar que la planta de tratamiento “P’uchukollo” de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (Epsas) son fuente de contaminación.
Parece más historieta que realidad aquellos días en el que nuestros abuelos caminaban por la orilla del Titicaca con los pies descalzos sintiendo como las aguas acariciaban su piel y percibiendo la energía emanada de ese lago azul y cristalino ubicado en la provincia Manco Kapac.
Aún más lejos está la posibilidad de recoger botellas con aguas lacustres y llevarlas al hogar para regar plantas, asearse los cabellos o simplemente beberlas porque eran símbolo de pureza y naturaleza privilegiada.
Con el paso del tiempo cambio el color, olor y sabor de esas aguas, hoy turbias, malolientes y de aspecto desagradable, debido a los altos grados de contaminación que rebasaron su propio nivel e inundaron la bahía de Cohana en aproximadamente cinco kilómetros.
Ante esta problemática ambiental que se deja sentir con mayor y creciente intensidad desde el año 2.000, instituciones ambientalistas y de apoyo a la descontaminación del lago Titicaca en el lado boliviano, informan que la planta de tratamiento de aguas de P’uchukollo de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (Epsas) es la mayor contribuyente a la contaminación del río Seco y por tanto a los ríos tributarios al sistema Pallina-Katari-Cohana y a la bahía de Cohana, en el Lago Titicaca.
Según el coordinador Nacional de Investigación y Monitoreo Ambiental de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), Marco Octavio Ribera, Epsas amplió su planta de tratamiento de P’uchukollo, con una inversión de casi ocho millones de dólares, la misma que hasta el momento, no cumple sus funciones ni las acciones previstas.
“Esta información proviene de una inspección y muestreo realizados en octubre del 2010, ocasión en la que se verificó que el agua del tubo y canal emisor de la planta, estaban extremadamente contaminados”, indicó Ribera.
Agregó que a mediados de 2011, en la inspección y monitoreo del canal emisor de la planta de P’uchukollo, las aguas del tubo emisor nuevamente se observaban muy oscuras (color gris oscuro oliváceo), muy túrbidas, con fuerte olor a heces fecales y sulfuros, es decir, sin cambios desde octubre del 2010, con gran cantidad de espumas por fosfatos y el mismo color, turbidez y olor, que las aguas no tratadas del río Seco.
“La demanda química de oxígeno (DQO) que es la cantidad necesaria para la oxidación de la materia orgánica presente en el agua, está casi diez veces por encima del límite permitido para aguas clase D, o muy contaminadas”, aseguró Ribera, citando un estudio del Laboratorio de Calidad Ambiental del Instituto de Ecología-UMSA.
En cuanto al arrastre de las aguas servidas, un estudio también efectuado en la Universidad Mayor de San Andrés (carrera de Ciencias Políticas- “Agenda Municipal para el desarrollo de La Paz 2010-2048”) señala que actualmente, ni un solo litro de agua servida generada en la ciudad, recibe tratamiento.
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