El arte rupestre del sitio se encuentra distribuido en tres sectores: Una pequeña cueva y dos sectores de la pared rocosa formando una especie de refugio. La gran mayoría de las figuras están pintadas en diferentes tonalidades de rojo oscuro, rojizo, blanco y negro.
Existe una cantidad de motivos grabados; además series de depresiones artificiales redondas (“cúpulas”), que fueron talladas en la roca delante del arte rupestre, están alineadas en filas y forman parte importante del conjunto, desconociéndose su función - posiblemente, se trata de oquedades para recibir algún líquido de ofrendas.
Predomina claramente un tema: camélidos (muy probablemente llamas), mayormente representadas en grupos, a veces conectadas por una cuerda a sus pastores.
También aparecen felinos que, según las creencias aymaras, fueron los “dueños” míticos de las rebaños de llamas. Domina el panel a la derecha una llama blanca grande (60 cm de alto), el animal favorito para sacrificios en la región andina.
Recientes investigaciones arqueológicas muestran una larga secuencia de ocupación en la cuenca de Calacala. Según estos datos, el primer establecimiento se habría dado ya en el Arcaico (aprox. 10.000 a.C.), siguiendo con una leve - pero significativa - ocupación durante el Formativo (1.500 a.C.). Sin embargo, es el desarrollo local el que presenta mayores evidencias de uso intensivo de la cuenca. Este continuó durante el Horizonte Tardío (aprox. 1400 d.C.) hasta la Epoca Colonial.
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