Recuerdos del presente
Fue René Barrientos el que, hace 40 años, inventó esto de los pactos de unas Fuerzas Armadas obedientes a un poder político de inclinaciones totalitarias con sectores sociales leales. Alguna vez amenazó con invadir las minas con campesinos furiosamente barrientistas para acabar con los rebeldes.
Derrotados los milicianos del MNR, Barrientos copió la idea y armó a sus bases campesinas, a las que hablaba en fluido quechua. Luego, cuando cambió a su antojo a los comandantes de las Fuerzas Armadas, decidió forzar una alianza, que llamó “pacto militar-campesino”.
El actual Gobierno contó al comienzo con su propio ejército de cocaleros, ejército al que el presidente habla con dificultad (no usa con fluidez ningún idioma, ni siquiera el aymara), pero cuando cambió a su antojo a los comandantes de las Fuerzas Armadas, decidió hacer el engarce. No tiene nombre esa alianza. Quizá se llame militar-cocalera o, dado el peso específico de las instituciones, sobre todo por la devaluación de una de ellas, se llame “pacto cocalero-militar”.
No es la primera vez que las Fuerzas Armadas se prestan a este tipo de manoseo político. Quizá esta vez hayan llegado al colmo cuando, hace pocas semanas, los comandantes participaron en una verbena del MAS y bailaron “viborita-chis-chis-chis”, con orejitas y todo, en el Palacio Quemado, vestidos con nada coquetos uniformes.
La guirnaldas que los comandantes de la institución tutelar de la Patria lucieron en el congreso del MAS, con mucho orgullo, como lo dijeron después, fueron solamente un detalle. Y llegaron a decir, por escrito, que asistieron al congreso porque estaban agradecidos con el partido del presidente. No mencionaron cifras pero estaban muy agradecidos. Hablaron de un “cambio” sin aclarar si ellos se habían quedado con algún cambio. Faltó claridad al mensaje.
Aparte de estos detalles y la falta de esclarecimientos sobre cotizaciones y demás, lo que causó extrañeza fue la razón por la cual el MAS decidió exhibir a sus recién adquiridos comandantes cuando se hacía el anuncio de la candidatura del presidente a la re-reelección de 2014.
Un analista político me dijo que se trató de mostrar al electorado que el movimiento cocalero va ahora apoyado por los militares, sometidos al “pacto cocalero-militar”. Es más, dijo que este es el anuncio de que en 2014 comenzará un periodo de facto, de facto porque sería inconstitucional.
Todo eso, por supuesto, asumiendo que el Tribunal Constitucional resolviera, consultando a las leyes y no a las hojas de coca, que Evo Morales tiene derecho a la re-reelección. Si las hojas fueran de los Yungas de La Paz y dictaran lo contrario, no habría tal postulación a la re-reelección. En ese caso, la institución tutelar de la Patria habría quedado libre de compromisos y hasta podría pensar en ocuparse del control de las fronteras. Hay un subgobernador, el de la provincia Velasco de Santa Cruz, que está pidiendo ayuda a las Fuerzas Armadas de Brasil para frenar a los narcotraficantes que operan en territorio boliviano asaltando autobuses.
Cuando las Fuerzas Armadas bolivianas estén agradecidas a la Patria y no a un partido político, cuando sus comandantes sean dignos oficiales y dejen de ser obsecuentes del poder político circunstancial, quizá firmen el pacto Bolivia-Fuerzas Armadas.
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