Bienestar para las futuras generaciones

Bolivia, un país dotado de extraordinarios recursos naturales, renovables y no renovables, y que cifra sus esperanzas en éstos, tiene jóvenes que, en muchos casos, desestiman las carreras de enseñanza superior técnica y prefieren las tradicionales que saturan el mundo profesional.

Por consiguiente, con el propósito de aprovechar aquellos recursos para el desarrollo nacional con bienestar social, los gobiernos de turno, de cualquier tinte político, deben crear nuevos institutos, o apoyar con ítems e infraestructura a los ya existentes, a fin de que promocionen técnicos para no depender de extranjeros, en la perspectiva de garantizar la producción en el agro, por lo menos de la quinua, la preferida en el mundo. Y que los recursos por exportaciones de minerales y de gas beneficien al Tesoro General de la Nación, por el bien común.

Para tal efecto requerimos personas jóvenes que ratifiquen su vocación de servicio a la ciudadanía alentando la explotación del suelo y del subsuelo. La juventud debe jugar un rol protagónico para cambiar la situación del país, por cuyo objetivo nuestros mayores derramaron sangre y ofrendaron vidas en aras de la Patria. Bolivia necesita su entusiasmo, empeño y predisposición para ese cometido muy importante. Jóvenes fueron quienes fundaron la República y jóvenes ahora deben movilizarlo hacia el potenciamiento económico, militar e industrial, en particular.

Que se ofrezca becas de especialización en el exterior y que a su retorno al país, los beneficiarios sean promotores de la producción y retribuyan, con sus conocimientos, a la construcción de un futuro con pan, techo y dignidad, para los sectores desheredados, en particular.

“Basta de doctores. Hay que enseñar a los niños a ser albañiles o carpinteros para que construyan su propia casa”, afirmó Simón Rodríguez Carreño, Director General de Instrucción Pública, en la recién organizada República boliviana.

“Basta de doctores”, decimos también nosotros, porque es urgente formar técnicos calificados que contribuyan científicamente a mejorar la producción del suelo y del subsuelo, en la perspectiva de sacar de la postración al país. Esa voluntad redundará en el engrandecimiento nacional que tanto anhelaron nuestros antecesores y anhelan las generaciones del presente.

“Haceos fuertes de cuerpo y alma”, subrayaba el gran Franz Tamayo, a quien también valdría la pena escucharlo.

Ciertamente que nuestros recursos naturales han despertado la codicia de vecinos, grandes o pequeños, quienes quisieran succionarlos, con una actitud depredadora y atentatoria contra los supremos intereses nacionales. Ya quisieran imponernos sus designios marcando nuestro destino en el seno de los países latinoamericanos. En este marco están pendientes de nuestros problemas internos, de nuestras debilidades, fortalezas y frustraciones.

En suma: los bolivianos mediante una acción conjunta con los futuros técnicos debemos generar bienestar para quienes vienen detrás de nosotros, explotando racionalmente los recursos naturales, renovables y no renovables, depositados en el suelo y subsuelo, en el oriente y occidente del territorio patrio.