Lo que no debemos callar
Después de las dictaduras militares viene la democracia. “El uso y abuso de las Fuerzas Armadas en el ámbito político ha dejado un balance negativo en términos de su estabilidad y desarrollo institucional”, ha dicho el analista Augusto Varas, investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de Santiago-Chile.
Por este aserto señalamos que la investigación teórica y empírica de las relaciones entre las Fuerzas Armadas, la sociedad y el Estado se ha convertido en una cuestión crucial para la democracia. Con los hallazgos obtenidos en esas investigaciones se puede desarrollar un marco de definiciones que permita determinar el papel de las Fuerzas Armadas en las esferas de la defensa nacional y la seguridad interna y descubrir cómo insertar las FFAA en la estructura estatal y asegurar un control efectivo de esa institución por parte de los gobiernos, sin que ello signifique la politización partidaria en el interior de ellas.
La transformación del sistema de relaciones políticas y de la cultura política del país, la capacidad de movilización de las masas, el status de las relaciones cívico-militares y los términos de la salida de las Fuerzas Armadas del ejercicio del poder político, son los principales factores sociales del proceso de transición hacia un ejercicio democrático.
Basándonos en el análisis de los factores sociales y militares que determinaron la actitud de las Fuerzas Armadas respecto al proceso de transición a la democracia, incidimos en señalar que el enfoque debe estar en recobrar la unidad profesional evitando la fragmentación ideológica, así como medidas gubernamentales que se debe tomar respecto a la seguridad interna, que aseguren una adecuada profesionalización y un cambio en la cultura política de los civiles, que haga posible el funcionamiento de todas las variables.
El requisito fundamental para redefinir el rol de las Fuerzas Armadas es profesionalizar la institución. Contrariamente al pasado, las innovaciones tecnológicas y doctrinarias en los militares son altamente dinámicas al presente. La significación de la profesión cambia cada día con el progreso del conocimiento y la práctica militar del mundo. Esto genera demandas de modernización que, a su vez, cambian de acuerdo con la investigación y el desarrollo de sistemas de armamento, sea dentro o fuera del país.
Sin embargo, si nos detenemos a observar el contenido del Art. 10 de la Constitución Política del Estado, que define a Bolivia como ESTADO PACIFISTA, significaría que no precisamos de Fuerzas Armadas, al igual que Costa Rica, aspecto que convoca a reflexionar pero no a debatir.
Para concluir recordamos lo dispuesto por el art. 245 de la Constitución, que prohíbe acción política como organismo institucional, determinación que al parecer no conocen los mandos de las Fuerzas Armadas de Bolivia, de ahí su impronta de la pasada semana. Sin embargo, es necesario señalar que los temas de defensa y Fuerzas Armadas han sido tradicionalmente manejados por partidos o por aproximaciones de tipo sectorial. Cada grupo o partido ha diseñado políticas de defensa basadas en sus propios intereses, costumbre que debe ser desdeñada por ser contraria a su propia imagen institucional, así como a los siguientes interrogantes: ¿para qué existen?, ¿cuál es su posible enemigo?,¿qué misión deben cumplir?, ¿quién manda?
(El ejercicio del poder corrompe y su sometimiento degrada).
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