Gobernar “eternamente” y demás frivolidades

En el reciente congreso del Movimiento Al Socialismo efectuado en Cochabamba, el líder máximo del mismo, presidente de las seis centrales de cocaleros del Chapare y a la vez Presidente del Estado, don Evo Morales, ratificó que su llegada al poder no es pasajera sino que su partido gobernará “eternamente”. No es la primera vez que expresa este deseo, pues el 10 de diciembre de 2010 manifestó lo mismo en el acto de entrega de la nueva Ley de Pensiones. “No sólo estamos de inquilinos ni de paso…” en el palacio de Gobierno, sino por la eternidad, reveló en dicha ocasión.

No se trata de una parábola discursiva, sino que esta admonición que se eleva por encima de toda cronología está acompañada de otros rasgos que pretenden augurar una nueva era “poscolonial”, colocándose de espaldas al desenvolvimiento de Bolivia en la historia, pero ésta es inmanente en el tiempo y en el espacio. No en vano obedece en su definición más escolar, a la “narración de hechos verídicos y ordenados” sucedidos en una Nación o Estado o, en términos universales, a la humanidad en su conjunto. En este sentido es utópico demoler con actos externos determinadas épocas de la historia. Es bueno recordar que ni las revoluciones más profundas han logrado borrar el pasado ni predecir el futuro.

Ocurren hechos dirigidos a convertir estos años y este período de gobierno en una etapa imperecedera que debe plasmarse en monumentos, edificios y en el ensalzamiento -por lo menos- del líder que los preside. No en vano se proyecta nuevos Palacios de Gobierno o Casa Grande del Pueblo y del Órgano Legislativo. Pero es más, en un neto “culto a la personalidad” hace rato se ha dictado un decreto supremo que declara Patrimonio Histórico Nacional a Orinoca y una casa del mismo lugar Monumento Histórico por haber nacido en ella el actual Presidente. Don Álvaro García no quiso quedarse corto ante estos actos de fe, llamando “Tierra Santa” al cantón Orinoca. De modo que éste compite ahora con Jerusalén, venerado como tal por la religión hebrea, cristiana y musulmana, de donde se deduce que la tierra sagrada emergente será la Meca de un nuevo credo corporizado por el presidente Evo Morales, consagrado en Tiwanaku “guía espiritual” de los pueblos andinos.

Hace algunos días en Concepción, departamento de Santa Cruz, el primer mandatario reiteró que la construcción del nuevo palacio de Gobierno se identificará con las culturas ancestrales del país y reveló por primera vez que quiso “tumbar” el Palacio Quemado, en vista de traernos recuerdos de todo menos de los pueblos indígenas. No se acierta a saber cuál fue el espíritu providencial que detuvo la mano “tumbadora”, porque un hecho tal habría dicho muy mal de su autor ante la faz internacional.

Para los habitantes de la lejana Concepción, la demolición de un palacio no puede inquietarlos a favor ni en contra de cara a sus múltiples necesidades de subsistencia, compartidas por las diversas poblaciones del campo. Como seguramente tampoco las lindezas de un lujoso avión presidencial, de un satélite y menos de tres edificios proyectados en Orinoca para oficiar de museo de la Revolución Democrática y Cultural, pero que en realidad albergarán los premios y galardones obsequiados al Presidente en estos años, según dijo el ministro Pablo Groux. Estamos ante una muestra más de exaltación de la personalidad. Toca el colmo de cualquier curiosidad que los edificios en cuestión tendrán la forma de una cabeza de Puma, de un Quirquincho y de una Llama, respectivamente, a un costo de cinco millones de dólares dizque para promover el turismo.

Están en contradicción con los afanes indianistas que tanto embargan al Gobierno, los fallidos intentos de realizar en el país el concurso internacional de Miss Universo y el no menos pomposo Dakar que, en buen romance, son manifestaciones de la moda y el glamour capitalista, todo para que brille en ese ámbito de frivolidad y derroche la figura del Primer Mandatario.