Hace algún tiempo el presidente Evo Morales declaró “sin temor alguno”, ante organismos internacionales, ser practicante de la ideología “marxista-leninista” y retó a esas entidades a que lo expulsen de su seno, como ocurrió en su oportunidad con el régimen comunista de Fidel Castro que, desde entonces, dejó de formar parte de la Organización de Estados Americanos.
Además de esa posición ideológica, el mandatario boliviano expresó en reiteradas oportunidades que era contrario al sistema de producción capitalista, al cual acusó de crear problemas locales y mundiales y, por otro lado, afirmó que estaba dando a nuestro país una orientación “socialista” basada en la reaccionaria y utópica ideología populista consistente en construir ese sistema (socialista) sobre la base de las antiquísimas comunidades originarias indígenas, hoy en desaparición, evitando pasar por la etapa de producción capitalista, sin que, finalmente, se sepa de qué se trata ese experimento.
Esas declaraciones extra oficiales expresadas en asambleas internacionales como Naciones Unidas, OEA, Convención de Viena y otras (que por lo demás no tuvieron la menor repercusión), han creado enorme confusión mental en los más distintos sectores populares del país y, en particular, en instituciones que tienen influencia decisiva en la vida nacional, como ser las universidades, partidos políticos, Fuerzas Armadas, sectores culturales, etc.
La declaración del presidente Evo Morales -que contradice el espíritu de la Constitución Política en vigencia- es relevante desde el momento en que la ideología que hoy dice profesar se encuentra en bancarrota y cayó en desuso, una vez que, tanto en la práctica como en la teoría, quedó hecha añicos en el mismo país donde fue puesta en práctica, la URSS, así como en Cuba y otros países donde sus gobiernos decidieron volver a la realidad, antes de caer en una situación catastrófica y ser aventados trágicamente.
La posición del Jefe del Estado ha creado, por otro lado, con esa decisión personal, un estado de confusión en la opinión pública en general, sin que ésta pueda orientarse en su vida diaria, por lo que ahora se hace preciso que el gobernante haga las aclaraciones del caso y explique en qué consiste ese “marxismo-leninismo” que dice tener en mente y así se pueda saber en qué consiste esa ideología, ya que nadie la conoce y menos la entiende, más aún cuando su aplicación resultó un fracaso monumental en todas las partes donde se trató de ponerla en aplicación.
Se debe recordar que la única forma en que se puede comprobar que una idea tiene valor (como la que dice sostener el Jefe del Gobierno) es si está sometida a la práctica y sólo si pasa esa prueba de fuego es válida, condición que debe ser tomada en cuenta en nuestro país, que ha sido convertido el tubo de ensayo de toda clase de experimentos de “izquierda” y de derecha, todos los cuales se basaron en teorías utópicas y que nada tenían ni tienen que ver con la realidad boliviana y que, por consiguiente, estaban destinadas al fracaso rotundo.
En Bolivia partidos llamados de “izquierda” intentaron, desde hace de cerca de cien años y no una sino varias veces (aunque siempre para entregar el poder y ponerse al servicio del imperialismo), aplicar proyectos “marxista-leninistas”, pero éstos no pasaron de las palabras y terminaron en la derecha. Frente a esa dura realidad, hoy sería conveniente que el presidente Evo Morales explique al país en qué consiste esa ideología que, en su tiempo, el pensador indígena Franz Tamayo la definió como “creación turingio-mongólica”.
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