¿Capacitación para gobernantes?

El 18 de febrero pasado se publicó en la página de Opinión del periódico EL DIARIO un artículo titulado “Capacitación para gobernantes”, del señor Eric Cárdenas del Castillo. Por su contenido encuentro que el artículo es pertinente, pero dudo que se lo pueda poner en práctica por ese refrán que dice, “Camba viejo no aprende a rezar”.

La preocupación de muchos ciudadanos por la calidad de nuestros gobiernos de hace por lo menos 50 años es evidente y, por tanto, amerita intentar un diagnóstico de las causas que determinan nuestra actual situación de Estado independiente lleno de problemas.

Para comenzar es necesario establecer como una premisa que los grandes países no son obras de la casualidad y quienes los edifican son los excepcionales líderes, y mejores políticos que tienen la capacidad de construir sus pueblos con transparencia y exactitud. Pero no debemos pensar que esos personajes aparecen de la nada y los encuentran en la calle en cualquier momento. Esos arquitectos de los grandes países son el producto del trabajo de partidos políticos bien estructurados y mejor administrados que estudian permanentemente su situación interna y externa y sus problemas en toda su extensión, diseñan políticas nacionales a largo plazo, ven con criterio analítico la situación nacional y conocen correctamente lo que deben hacer cuando les toque la conducción del país, y el resultado será que el país avanza. Esos partidos son verdaderas escuelas de civismo y análisis político. En suma, forman gente para que sirva al país eficientemente y no para que lo asalte o lo destruya.

En nuestro caso, el tema ha sido muy diferente: los partidos políticos son organizaciones muy precarias e ineficientes, que se constituyen alrededor de un líder o caudillo que agrupa en su entorno a amigos, familiares y personalidades, quienes serán en su gran mayoría simples beneficiarios y consumidores del presupuesto público, sirven para hacer número y así poder ser parte del juego democrático en cualquier elección.

Estas agrupaciones, para ser más representativas, reclutan gran variedad de ciudadanos, muchos de ellos o quizá la mayoría con escasa educación y pobre preparación en labores burocráticas y conocimientos de la realidad nacional, dando prioridad a la cantidad y la astucia y muy pocas veces la calidad y el conocimiento. Las labores de análisis de la realidad nacional son casi nulas y sus reuniones son generalmente para reparto de cargos y otras pequeñeces.

La filosofía común de esos grupos es “ahora nos toca”, dando a entender que los gobiernos anteriores hicieron mal uso de los recursos nacionales y, por tanto, les llegó el turno de tomar su parte. Otra práctica común es el transfugio, acción para militar al mismo tiempo en cualquiera de las tiendas del abanico político. Pero de todos ellos los más peligrosos son los charlatanes, personajes con facilidad de palabra y gran capacidad de convencimiento para acomodarse en lugares estratégicos, especialmente en aquellos en los que el manejo de fondos es abundante y descontrolado.

Esos personajes tienen a su vez un denominador común, hablan de POLÍTICA y justifican sus actos con la palabra políticamente y con ese marco gestionan cualquier idea hasta conseguir un objetivo esperado. Hasta este punto del análisis, el desempeño de SAFCO fue magistral porque dio fin con muchos corruptos del pasado y del presente que tanto daño causaron, pero con un altísimo costo para los contribuyentes. Con esa forma de proceder y la calidad de nuestros recursos humanos, es difícil construir un país triunfador.

En cuanto a qué es POLÍTICA, se puede utilizar diferentes definiciones para entender su significado, incluso por los medios explican qué es política y qué es politiquería. Desde mi punto de vista, prefiero utilizar mi diccionario de la lengua inglesa que dice que Política es CIENCIA y ARTE. Por tanto, si es ciencia, se entiende que requiere de mucho estudio de quien la practica y si es arte, hay que nacer con una cualidad especial que hace que la persona sea diferente del común de los ciudadanos y cuando éste en función de gobierno tenga mucho tino para promover el bien público y atender las necesidades de los ciudadanos.

Luego de todo lo expuesto, ¿cómo deben ser los nuevos partidos políticos del país?

Tornando en cuenta experiencias foráneas, los partidos políticos deberían ser entes muy bien organizados, en los que se reclute a jóvenes desde temprana edad, para ir formándolos con el conocimiento de la buena política y las realidades nacionales, explicándoles la ideología del partido, así como sus planes cuando lleguen al poder. Por ejemplo, se debería explicarles si es cierta esa máxima que dice “me preparo para la guerra porque quiero la paz” y qué relación tiene este dicho con nuestra realidad nacional.

Cuando los partidos preparan gente dentro de este sistema, esos futuros políticos serán funcionarios con: 1) Experiencia política, 2) Conocimiento técnico y 3) Actitud administrativa positiva permanente, las tres reglas básicas para gobernar exitosamente un país. En nuestro caso, estas tres reglas difícilmente se las puede encontrar en el grupo de “políticos” que actualmente gobiernan, y esa realidad hace que los bolivianos de TODO el país vivamos en permanente CAOS de tipo político, administrativo, ideológico y con la incertidumbre de no saber para dónde vamos.

En conclusión, para tener un país exitoso, se requiere partidos políticos bien estructurados y conscientes de su labor de constructores del destino de millones de seres humanos que viven con la esperanza de ser parte de un país triunfador. Lo contrario será para seguir siendo el país de siempre, lleno de mentiras y fantasías, mediocre, descontrolado por toda su extensión, con bloqueos en calles y carreteras a cada momento, maltratado y engañado por nuestro gratuito enemigo Chile, en situación de caos permanente y en todo momento a la espera de la cooperación internacional para atender las permanentes y crecientes necesidades nacionales.

Esa situación debe cambiar y los que la cambien serán los buenos partidos políticos.

El autor es economista/administrador de la UMSA La Paz y Victoria University of Manchester/ Inglaterra.

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