III.- Para concluir la revisión y comentarios del libro publicado por Fundaciones Milenio y Vicente Pazos Kanki con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer, en esta oportunidad me referiré a los importantes aportes de Juan Antonio Morales y Fernando Molina.
Sin embargo, conviene rescatar la reflexión que hacen los editores en la presentación del texto cuando señalan que Bolivia vive un relativo aislamiento económico del contexto internacional, lo cual nos induce a permanecer centrados en nosotros mismos, lo que implica “la forma en que hacemos las cosas, esto es, como si cada vez tuviéramos que reinventar la pólvora y comenzar la historia nacional (y universal) de cero”. ¡Gran verdad!, particularmente en esta etapa donde nuestros conductores de la política nacional han decidido que todo lo hecho no sirve, hay que descolonizar, nuevo término para referirse a retornar al pasado.
Juan Antonio presenta “La crisis global: lectura económica”, con la solidez que lo caracteriza presenta su visión en torno a “los contornos de la crisis actual y las amenazas a la estabilidad financiera y al comercio mundial” y con base en ello “propone algunas conjeturas acerca de cómo la crisis financiera pudiera afectarnos”. Claramente reconoce las limitaciones del análisis de las variables económicas en torno a la forma en que nos afectará el entorno mundial, al cual, queramos o no, estamos fuertemente vinculados.
El análisis nos muestra el increíble panorama caracterizado por la crisis norteamericana, la europea, con verdaderas tragedias económicas como son los casos de Grecia y España, con deudas públicas gigantescas que, en algunos casos, son de 1,2 a 1,3 veces el valor del PIB, las altas tasas de desempleo USA 9,0%, UE 9,3; Francia 9,5 y España con un dramático 21,5%.
Frente a esa realidad, el mejor estado de las economías emergentes, principalmente los BRIC (Brasil, Rusia, India, China). Estos son los motores de la economía mundial, por la compra de materias primas y como importantes inversores de capital. Su conclusión se reduce a una frase: Fragilidad del sistema económico mundial
Con base en todo ello, su recomendación para la economía nacional es muy simple: “El país tiene que prepararse para la eventualidad de crisis global, principalmente con medidas de prudencia fiscal y dándole más flexibilidad a la política cambiaria”. Suponemos que el ministro Luis Arce tendrá muy en cuenta las palabras de su maestro.
Fernando Molina con “En este mundo hay cosas insoportables”, con soltura realiza un análisis desde el ángulo político.
Con referencias históricas señala que las oleadas de motines, revueltas e insurrecciones que caracterizan el mundo actual, son la expresión (citando a Jacque Godechot) de que “las dificultades de la vida, el temor, la inquietud por el futuro, lo que provoca un descontento latente y una predisposición a la rebelión de las masas”. Lo anterior se hace evidente en los Estados Unidos con los “indignados”, los “occupy Wall Street”, las movilizaciones griegas y otras manifestaciones del descontento de aquellos que habiéndose acostumbrado a un estado de bonanza y de abundancia de providencia social, pasan a las masas de los desalojados de sus hogares, del desempleo, para explotar en turbulencias.
Esos ejemplos deberían servir a los líderes nacionales que pregonan que vivimos el mejor de los momentos de bonanza, de reducción de la pobreza, lo que contrasta frente a los bloqueos diarios de vías públicas, de carreteras, o aquellos que reciben una golpiza porque desean preservar su territorio. Resulta claro que “no hay más ciego que aquel que no quiere ver”.
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