De aquel primer editorial de don José Carrasco, en 1904, a la fecha ha transcurrido más de una centuria. Pese al tiempo transcurrido y los cambios vividos en el país, los principios se mantienen inalterables, porque se ha de entender el oficio de la prensa como un servicio a la sociedad.
“Cumple un deber social al difundir la idea y buscar la verdad”, decía el fundador, recordando, primero que la profesión del periodismo no tiene fines lucrativos, ni sirve de palestra al que escribe, al contrario posterga su afán personal ante el servicio a los demás. Segundo, propone difundir el pensamiento y poner en escena un punto de vista que puede merecer aprobación o desaprobación y, apunta al objetivo central que es la búsqueda incansable de la verdad, que no es tarea exclusiva del comunicador, sino del científico, el filósofo, el creyente y el hombre común. “La prensa hace luz en las tinieblas”, señala el título de aquel editorial y esta máxima recuerda a quienes recibimos la posta de esta responsabilidad, que nuestra que esta misión no acaba en la descripción del hecho noticioso, sino que apunta a propuestas a encontrar soluciones, a trabajar por el mayor bien social: el país, que es representado por la bandera que se encuentra encima del logo de nuestro matutino.
Hacemos presente lo escrito por nuestro fundador hace 108 años: “No venimos a destruir a nadie, sino a vivir en lo bueno y verdadero y rectificando los desvíos”. EL DIARIO no se compromete con el Gobierno, con la oposición ni con los intereses circunstanciales. Se compromete con la verdad y si en este tránsito se equivoca, rectificaremos el camino cuantas veces sean necesarias para encontrar la verdad. A nuestros lectores, les presentamos este compromiso, este afán de servirles cada vez mejor. Cambian las generaciones, pero no los principios, porque éstos son irrenunciables.