El 5 de abril de 1904, en el inmueble No. 5 de la calle Illimani de la ciudad de La Paz, en calidad de vespertino se fundaba el periódico EL DIARIO, bajo la dirección del Dr. José Carrasco Torrico y con la participación de los distinguidos ciudadanos Benedicto Goytia, Efraín Chacón y Benigno Lara.
La nueva publicación en su primer editorial puntualizaba: “Independiente, absolutamente independiente, no tenemos fines políticos sino sociales. No aspiramos a otra cosa que a sostener con imparcialidad los verdaderos intereses nacionales”.
El distinguido escritor Eduardo Díez de Medina ponía de relieve la personalidad de su fundador, el Dr. José Carrasco Torrico: “Era un hombre con palabras suaves, pero convincentes, exponía sus planes con reflexión, disipando temores, alentaba nobles ideales de renovación, soñando con un porvenir más halagüeño para la Patria”.
En otro párrafo de aquella memorable edición, su fundador afirmaba: “La misma libertad, como todas las instituciones que a su sombra nacen, suele ser un peligro, allí donde la ignorancia tiende su oscuro velo sobre las inteligencias y las voluntades. Para ser libre es necesario saber por qué se debe serlo”.
Su vocación de servicio a la nación y a su pueblo le dio al matutino EL DIARIO la fortaleza para denunciar los errores de los gobiernos que confundían el ejercicio del Poder con las ambiciones de usufructuarlo en beneficio personal y de grupo, convocando de esta manera a un cambio de actitudes para servir al país y luchar por su progreso. Es así que al celebrarse el Centenario de la República, EL DIARIO en su edición extraordinaria lanzaba el siguiente mensaje:
“Debemos olvidar las disputas caseras para hacer un llamamiento a la sensatez de todos los bolivianos. Deberes superiores nos llaman a recoger las enseñanzas del pasado para hacer una nueva profesión de fe ante el porvenir.
Que las desgracias de la Patria, fruto de tantas discordias civiles, encuentren en nosotros y en los hombres de mañana el propósito firme de orientar la política de Bolivia hacia finalidades más puras”.
En sus 108 años de existencia, EL DIARIO no ha hecho otra cosa que exponer ideas claras y reflexivas en función de los altos intereses nacionales. El ilustre pensador Franz Tamayo afirmaba en sus páginas: “Hay algo que vale más que el oro y ese algo es la verdad”. De esta manera la calidad informativa del Decano de la Prensa Nacional siempre estuvo ligada a esa incontrovertible virtud de expresar con meridiana claridad todo cuanto hace al ejercicio de la función pública de los gobiernos, sin temor ni obsecuencia.
Sus mensajes e informaciones sólo han traducido fe y esperanza en una nación donde los de arriba y los de abajo tengan iguales derechos y obligaciones, porque no les está dado a los de arriba incumplir la Constitución y las leyes y a los de abajo reclamarles que las cumplan a riesgo de atentar contra sus inalienables derechos.
Sus páginas han proclamado que la unidad en la diversidad regional y étnica alcance el común denominador del diálogo, la concertación, la necesidad de que los gobiernos tengan la inteligencia de recoger las aspiraciones de un pueblo indigente por muchos años, por encima de actitudes autocráticas, falsos y desactualizados preceptos ideológicos que no se acomodan al devenir de la ciencia, la tecnología ni a la dialéctica de la historia.
Por su insobornable principio de imparcialidad, a lo largo y ancho de la Patria, el pueblo boliviano le otorgó su confianza y así sus ediciones siempre estuvieron abiertas a las angustias de campesinos, obreros, clase media y empresarios progresistas. “Aprobar medidas sin la serenidad, los conocimientos precisos, la certeza de sus buenos resultados y la seguridad de que no acarrearán severas consecuencias a la vida de la población, no es responsable, es en todo caso, contrario a los mismos propósitos que seguramente alberga el propio régimen de gobierno” (EL DIARIO - 20/3/2011).
Su diáfana visión de alcanzar una Bolivia socialmente justa, políticamente soberana y económicamente fuerte, le permite lanzar permanentemente mensajes para que la paz y el trabajo sean los instrumentos para alcanzar aquellos objetivos.
“Está visto que la democracia difícilmente podrá desenvolverse si se mantienen los agentes del odio, oponiéndose a todo sin dar lugar a una inteligente tolerancia, al examen sereno de ventajas y desventajas en la discusión. Tales sinrazones tienen que revertirse mediante un pacto de entendimiento. Dejar de lado los apetitos individuales y partidistas a fin de construir la paz social que es el único camino que tanto anhela Bolivia” (EL DIARIO - 28/7/1995).
El matutino EL DIARIO a través de sus muchos años de existencia se ha constituido en una fuente generadora de civismo y leal custodio de las libertades de expresión y de pensamiento, así como de las libertades fundamentales del hombre, es decir que su accionar diario está dirigido a defender sin tregua el derecho a decir la verdad, a denunciar la intolerancia, a reclamar las demandas de sectores populares para salir del atraso, la pobreza y la miseria que persisten en las ciudades y el campo.
Por su cerrada defensa de la Ley de Imprenta, EL DIARIO es sinónimo de Prensa Libre aun a riesgo de su existencia. Hay quienes quisieran doblegar su línea de conducta al servicio de Bolivia y de las libertades de expresión y de pensamiento, pero creemos que esto no será posible porque el Decano de la Prensa Nacional ha ganado muchas victorias con apoyo popular, por las fuerzas morales que le anteceden.
Damos un vigoroso aliento a sus conductores, cuyo actuar no tiene ataduras, arreglos ni compromisos subalternos. A sus redactores, iguales deseos por estar apegados a la verdad y al sacrificio de forjar una legión de luchadores al servicio de la Patria; a su personal administrativo, a sus obreros y agentes distritales, es decir al conjunto de valientes centinelas de los intereses de Bolivia, de su pueblo y las libertades que son fundamentos de la democracia.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
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